Prólogo

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Entro a mi habitación y me quedo de pie a dos pasos de la puerta. Mis ojos dan vuelta por todo el lugar ¿Qué iba a hacer? ¿A qué o por qué venía?

Repasemos:

Limpiar mi recámara...... Mmmmh, la próxima semana suena mejor.

Buscar a mi gata para darle amor.... Está dormida sobre el teclado del ordenador.

¿Bañarla? Nop. Le toca el jueves.

Entonces, ¿para qué gasté mis energías en subir las escaleras, si estaba comiendo plácidamente una tarta de manzana en el sofá y viendo una serie en Netflix?

Oh, sí. Ya recordé lo que buscaba.

—La señal de Wifi—chasqueo mis dedos.

Mi gata alza un párpado, es lo malo de que se llamen igual, Wi-Fi y Wifi. Suelo despertarla por las noches cuando mis padres me desconectan el internet y grito "¡Mi preciosooooo Wi-Fi!"

Dean no lo sabe, pero yo ya no desconecto el internet por mi cuenta, mis padres se encargan de hacerlo, porque según ellos, ahora que tengo novio me puedo desvelar hasta más tarde.

Pero, ¿acaso olvidan que puedo platicar con mi novio si tan solo abro mi ventana? Lo sé, vaya lógica.

De todos modos, Dean tampoco se desvela, sus padres limitan su tecnología, y a las diez de la noche, escucho sus ronquidos.

En fin, ya me desvié. Otra vez, ¿Qué iba a hacer?

Espero otros cinco minutos para recordarlo y después como revelación divina voy a mi modem. En serio, un rayo de sol me indicó que fuera hacia allá.

Examino el artefacto, está todo en orden. Parpadean las lucecitas verdes.

Un segundo, pareciese que alguien me está robando la señal....

No, eso es imposible. Dean ya no me roba la señal desde que tiene su propio modem.

No es tan descarado... ¿O sí?

Esperen, hablamos de Dean Blackelee, él es un delincuente. 

—¡Dean!—exclamo y me dirijo hacia mi ventana.

Escucho que caen algunos pinceles de la casa de alado, puedo asegurar que lo asusté y que uno cayó sobre el dedo meñique del pie. Dean se asoma conteniendo el dolor.

—Hola, Nickelodean.

—¿Nickelodean?—río, a veces pronuncia un tanto extraño las palabras cuando está nervioso —¿No era Nickelodeon?

—Nop, ahora que estamos juntos es Nickelodean, ¿entiendes? NickeloDEAN, con mi nombre al final—sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.

Él siempre busca cosas como estas para emparejarnos. Es tan dulce, jajaja.

Y me gusta cómo me mira, como si fuese la pantalla de su móvil llena de memes, así con esa sonrisa de tonto.

Aguarden, ¿me acabo de decir meme? Uff, olvídenlo. Soy pésima para tener pensamientos cursis y románticos.

—¿Qué piensas, Nicole?—pregunta doblando la cabeza hacia uno de sus hombros—. Tienes cara de debate mental.

¡Wifi compartido!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora