Los descendientes.

Caballero y una dama

 Repudio hacia el mismo mundo que he aparecido, es un sentimiento profundo tanto como el océano, si así decía ese caballero, con los ojos lleno de rabia, destruyendo con su espada toda vegetación que estaba a su alrededor. Sonrisas al cielo, con lágrimas maldecía a los dioses, por separarlo de su amada que yacía en el reino sagrado, por la culpa de ese deseo de ese dios, tomándola como esclava. Era una dama muy hermosa, con la tes blanca como la seda, sus ojos azules como el oceano, sus cabellos tan finos como los hilos de la telaraña, sus labios con rojos carmesí, esbelta como si haya caído de los cielos. Por la envidia de las diosas su vida había sido trágica, la muerte la perseguir fielmente como un perro a su dueño, destruyendo todo aquel que tuviera algún sentimiento hacia ella, haciendo que su vida fuera nómada sin ningún nombre, una dama que no era dama, un ser maldecido tan solo por el hecho de existir. Hasta que ella conoció a este caballero, con una mirada feroz sin temor a los dioses, con una fuerza brutal , con una voz profunda con un pasado lleno de guerras, hambrunas, injusticias. 

 Con sus manos llenas de sangres, de sus enemigos y seres queridos, cansado de la vida camino sin rumbo alguno a dentro de ese bosque encantado, donde todos los seres expulsados del reino sagrado se encontraban acechándolo, sin miedo el blandía su espada y ataca hasta el amanecer, cuando su última estocada. Al escuchar el último grito de furia del guerrero fue corriendo hacia donde se encontraba, ella lo miro a escondidas, fascinada de cómo él atacaba sin temor alguno, de cómo sus ojos no se apartaban de su enemigos, desafiando a esos seres con poderes sobrenaturales.

Ella camino hacia esa manada Sátiros, antes que ellos atacaran, extendiendo sus manos protegiendo al guerrero. Se detuvieron y se perdieron dentro del bosque, dejándolos a ellos solos. El guerrero se mantenía en pie de manera defensiva pensando que ella era un ser sobrenatural. Pero al ver que mantenía su mirada fija en ella, puso sus manos en el filo de su espada, haciendo que sangraran para demostrarle que era humana. Bajo su espada y la miro fijamente, sin poder comprender por que ella se encontraba ahí. Tomo sus manos, y su camisa, les hizo un vendaje. La volvió a ver fijamente sus ojos y le pregunto.

"¿Que hace una dama tan bella en este horrible lugar? ¿Te has perdido?

Ella solo sonrió, y tomó la mano del joven y comenzaron a caminar.

-¿Por qué me estás guiando? ¿Piensas que yo me he perdido?. Solo movió su cabeza afirmando ese hecho. -No me he perdido, estoy escapando, se que esos monstruos me mataran, por eso vine aquí. Tu deberías salir de aquí si no ellos te comerán viva. Siguió sin responder. -Deberías de tenerme miedo, con esta espada vieja y harapos ensangrentados, huelo a la muerte, ya no soy humano, mis manos son una maldición, es malo que me tomes de la manos, morirás. El no pudo contener más esas lágrimas, llorando sin temor que se reirá la dama. Deteniendo su andar, volvieron a mirarse, tomo las dos manos del caballero y las beso.

  -No eres un monstruo, si fueras un monstruo esa lagrimas fueran ácido y destituyeron todo la vegetación de este bosque, si fueras un monstruo me hubieras matado o tomado como una esclava, si fueras un monstruo yo sería el mismísimo Dios de la muerte, y tu hubieras muerto al beso, solo se que los dos deseamos descansar de nuestra cruz, en tus ojos está todo lo que te atormenta, igual que mis ojos. Si tanto deseas morir quédate conmigo, por que todo las personas que están a mi alrededor son llevadas al sueño eterno. Por el celo del Dios de la muerte. El caballero sintió escalofríos, ver esa mirada vacía, le recordaba a esas estatuas que se encontraban en los palacios sin demostrar ninguna emoción como si le habían robado la humanidad, creando ese hueco viviente. Sin darse cuenta sus brazos la estaban rodeando, cerro sus ojos y le susurro a su oído. -Salgamos de aquí, te llevaré a mi pueblo natal, tu tendrás una vida normal, te casarás, tendrás dos hermosos hijos y serás libre. Yo seré tu guardián. No te preocupes estarás bien.- Solo una lagrima broto de su ojo derecho, al escuchar esas palabras.