Estrellas

282 32 5
                                    

La tarde estaba a punto de dar paso al anochecer, el crepusculo coloreaba de colores el cielo al mismo tiempo que lo llenaba de fragantes destellos, era un atardecer hermoso, digno de alguna pintura, película o novela de esas que escribieron tantos poetas y escritores.

Yo veía el paisaje de la ciudad de las luces desde un lo alto de un edificio de apartamentos; con una bella vista del Louvre y la torre Eiffel a lo lejos, hacían del panorama algo  digno de recordar, ahora podía entender a tantos artistas que se habían enamorado de la ciudad, pero en esos momentos me encontraba tan agotada, tan aturdida, que simplemente me resultaba muy difícil concentrarme en el espléndido paisaje que tenía frente a mi.

– ¿Mi lady? –  El rubio apareció junto a mi tan repentinamente que tuve que sostenerme para no caer de la cornisa.

– Chat, ¿Qué haces de aquí? – le pregunté sin aliento, no me había percatado el momento en que había llegado.

El chico lucía tan agotado como yo, no era de menos, ya había pasado un mes desde que habían empezado los misteriosos asesinatos, ese día era el noveno desagradable asesinato, lo más horrible es que empezaba a acostumbrarme de la sangre y las vísceras, pero tantas noches viendo tan horridas escenas empezaban a pasar factura en nosotros. Estábamos cansados, perturbados y frustrados.

– Vine a ver si estabas bien, parece que no has dormido bien – me dijo con una sonrisa cansada mientras se sentaba junto a mi

– Tú luces igual o peor que yo – le respondí respondiendo su sonrisa, pero ambos sabíamos que era mentira.

– Mal día ¿eh? –  me preguntó mientras dirigía su mirada hacia el horizonte, aunque él conocía la respuesta de esa pregunta.

– Cada vez son más frecuentes los ataques y más... – interrumpí mis palabras, la verdad me costaba mucho describir la situación en la que nos encontrábamos, así que tragué saliva y continúe – Ni siquiera tenemos una pista, no tenemos absolutamente nada que nos indique a donde dirigir nuestra atención, es como estar vagando en la oscuridad –

Suspire nuevamente, mi frustración estaba ganando terreno y un nudo en mi garganta empezaba a romper mi voz, podía ver en mi compañero la misma frustración, el mismo cansancio, era como verme en un espejo donde podía ver mis propias dudas reflejadas en el rostro de otra persona.

  – Necesitas descansar – respondió sencillamente – Ya no hay nada más que podamos hacer aquí, solo vé a casa y duerme un poco. Lo necesitas. – 

– Tú también – le dije mientras me ponía de pie, él tenía razón, necesitaba descansar de tanta tragedia, pero incluso en esos momentos me resultaba realmente muy difícil de confesar que desde hacía varias semanas no podía si no soñar con aquellas nausebundas imágenes de asesinatos, sangre, vísceras e insectos. 

Nos despedimos rápidamente y ambos nos dirigimos a lugares opuestos, nuestra relación se había vuelto más cercana, todo el horror que habíamos vivido las últimas semanas, aunado a que éramos las únicas personas con las que podíamos hablar de ello, Chat se había convertido en un gran soporte para mi en esos momentos y estaba realmente agradecida tenerlo a mi lado.

Cuando llegué a mi casa, entre a mi habitación y me destransformé sin cuidado, normalmente reviso que mis padres no estén en mi habitación antes de entrar a ella, especialmente en las tarde donde a veces suben a dejarme algun mensaje, pero ese día me sentía especialmente agotada. Me dejé caer sobre la cama, esperando que el sueño se apoderara de mí, incluso olvide en darle a Tikki algo que comiera, solo pensaba en dormir cuando mi teléfono sonó.

Hice una mueca de desagrado, realmente estaba a punto de quedarme dormida, me puse de pie y tomé mi teléfono, pero al ver el número en la pantalla mi mal humor desaparecio y no pude evitar sonreír, era Adrien.

Ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora