cincuenta y tres.

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-Sólo quiero hablar con ella –era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo con eco propio.

Me quedé helada, mis pies no se movieron más y mi cuerpo quedó escondido tras la pared continua.

-Pero ella no quiere hablar contigo, pervertido –esa otra voz era la de Josh, aireada.

¿Qué estaba sucediendo?-pensé yo-

-¿Pervertido? –repitió Logan escandalizado.

-¿La llevas a tu casa sabiendo que no está en sus cinco sentidos? No te hagas el santo –alegó Josh.

-La llevé a mi casa por eso mismo –explicó-. No iba a dejarla aquí sola en ese estado, además, yo no tenía llave de este departamento, ¿qué querías? ¿Qué la dejara en el pasillo? –replicó.

-Como sea, ella no quiere verte.

-Tú no decidas, no tienes derecho –decía Logan.

-No decido, sólo te estoy repitiendo lo que ella me dijo esta tarde –refutó Josh.

-Necesito hablar con ella, y tú no me lo vas a impedir –advirtió Logan.

-Pues, ojala la encuentres –la voz de Josh parecía ocultar una sonrisa malévola.

Hubo un silencio y me eché a correr al captar que la conversación entre ellos había terminado y que Logan pasaría por donde yo estaba escuchando todo.

Corrí hacía el ascensor, Logan no lo tomaría, de eso estaba segura. Las puertas se abrieron a tiempo y me escondí antes de que sus ojos me vieran. Apreté el botón para el cuarto piso, sólo por si acaso y el estómago se me encogió, evidentemente más sensible, cuando el ascensor subió un piso arriba.

Cuando las puertas se abrieron de nuevo y me dejaron salir, bajé rápidamente las escaleras hasta mi piso y llamé a la puerta del departamento trecientos ocho. Alguien dentro refunfuñó palabras ininteligibles y luego la tía de Josh me abrió la puerta y me puso mala cara, deformando su rostro con más arrugas de las que ya tenía. Su cabello blanco estaba atado en una desecha coleta y algunos cuántos pelos se salían de su lugar.

-Disculpe que la moleste, ¿está Josh? –pregunté.

-¡Josh! –lo llamó, luego sin decir nada más, se dio media vuelta y volvió al sofá en el que seguro estaba antes.

Josh salió de una de las habitaciones y después de que miró a su tía me captó en la puerta de entrada, esperando.

-Oh –musitó y se acercó a toda velocidad-. ¿Qué pasa, Emma? –dijo, saliendo un poco y cerrando la puerta tras de sí.

-Escuché la discusión que tuviste con Logan, ¿por qué? ¿A qué vino? –inquirí, desesperada.

Él exhaló.

-Venía a hablar contigo, pero le dije que tú no querías hablar con él –musitó.

-Eso lo escuché, pero ¿por qué le dijiste que yo no quería hablar con él?

-Pues, ¿no es obvio? Emma, yo sé que te lastimaría más de lo que ya lo ha hecho. No quiero que te sientas culpable de nada, Logan es el que tiene la culpa aquí y quiero que lo acepte. Además ya has llorado bastante.

-Pero…

-A menos de que quieras despedirte de él, yo no puedo impedirlo –se encogió de hombros.

-No –negué rotundamente-. Ni siquiera le diré que me voy.

-No digas que te vas, se siente horrible –musitó, bajando la mirada.

el manual de lo prohibido; logan lermanWhere stories live. Discover now