Capítulo 5: Miércoles (2ª parte)

2.7K 319 479
                                    

Narra Neville:

April y yo comimos en una pizzería y después nos fuimos a pasear por Hyde Park, aunque no tardamos en tumbarnos a la sombra de un gran árbol. Pasamos algunas horas allí, sin hacer nada, simplemente charlando juntos. Comenzamos hablando de libros y música y terminamos intentando adivinar qué comida servirían en la boda del viernes.

Cuando finalmente nos levantamos de allí, April me llevó a una feria muggle que quedaba cerca. Me asombró la gran cantidad de luces que iluminaban el lugar, era todo realmente mágico. 

—¿Has probado alguna vez el algodón de azúcar? —preguntó April señalando un puestecito en el que un hombre vendía dulces

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Has probado alguna vez el algodón de azúcar? —preguntó April señalando un puestecito en el que un hombre vendía dulces.

—No, ¿está rico?

—Mucho, voy a comprar dos —contestó acercándose—. Toma —dijo tendiéndome uno—, este es para ti.

Lo probé y resultó saber muy bien, pero no tardé en cansarme de su sabor.

—¿No te gusta?

—Demasiado dulce —dije dándole el poco que me había sobrado, ella estaba encantada de tener más para comer.

—Pensaba que te gustaba lo dulce.

—Y así es, me gustas tú —respondí con una tímida sonrisa.

—Longbottom, eres demasiado tierno a veces —dijo acercándose a mí.

La abracé por la cintura, estrechándola suavemente contra mí, mientras ella besaba mis labios y acariciaba mi pelo. No sabría decir cuánto permanecimos así, junto a April el tiempo parecía detenerse.

—De verdad, voy a tener que comprarme unos tacones, no aguanto tanto tiempo de puntillas —se quejó tras separarse con suavidad de mí.

—Desventajas de ser tan bajita que podrían confundirte con un duende de Gringotts...

Besé con brevedad su mejilla para suavizar la broma, aunque no me libré de que me golpeara con su puño en el hombro, con poca fuerza a pesar de todo.

—Es que tú eres demasiado alto, cada vez que me descuido creces un poco más —dijo sin poder evitar reír.

—¿Subimos a la noria? Desde allí seguro que podemos ver toda la ciudad, y así dejarás de sentirte tan pequeña —propuse soltando una pequeña carcajada.

—¡Neville Longbottom! —me regañó tratando de parecer seria, aunque una pequeña sonrisilla asomaba en su rostro—. Con un simple conjuro podría hacerte subir más alto de lo que subirás con cualquier noria y dejarte caer después.

—Está bien, señorita Williams, me rindo y, para compensar, le compraré los tacones que más le gusten de camino a casa.

—Me parece un buen trato, escogeré los más caros y grandes —dijo—. Es broma Nev, no quiero que me compres nada más, el mejor beso que seas capaz de darme esta noche me bastará.

La bruma de los recuerdos➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora