Capítulo único.

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Kim Doyoung era un estudiante modelo, alguien con un futuro brillante y básicamente la vida hecha, bien construida por sus propias manos trabajadoras.

Mismas con las cuales se sostiene para trepar.

Nacido con una cuchara de plata en la boca, nunca supo lo que es la carencia. Las mejores ropas y banquetes a la hora de la cena para el es cosa del día a día.

Se recuerda mientras mantiene el equilibrio y se alcanza a abrazar a un poste, mirando hacia abajo, al mar.

Las lágrimas bañan sus mejillas, haciéndo aún más fría la sensación del aire que acaricia su rostro. Es noche de luna llena y el piensa que es lo más bonito que podría ver antes de saltar de la orilla de aquel puente al que subió; observar al “conejo de la luna" y recordar los cuentos de su querida abuela fallecida, la única persona que le dio cariño y le enseñó que era amar. Él está seguro de que ella lo espera ahí para volver a arrullarlo y decirle que todo estará bien.

Siempre le han dicho que es cuidado por Dios, que es alguien perfecto. Que tiene la vida perfecta.

Entonces, te preguntarás. ¿Qué está haciendo ahí a punto de suicidarse?

Nadie captaria la realidad, no cuando están viendo todo de una forma tan superficial. No mientras no estén en la carne de Doyoung viviendo su vida.

Una vida que ni siquiera le pertenece.

Siendo un chico de ya veintiún años el no sabe lo que es dicidir por sí mismo. Es una marioneta que se mata estudiando una maldita carrera que no le interesa. Es alguien que no puede conversar abiertamente con cualquier persona que no le señale y apruebe su padre. Ni siquiera puede pensar en la opción de declararse gay, no cuando tiene un compromiso concertado con la hija de algún socio que hará crecer aún más la compañía de su padre.

Se encuentra frustrado y sobrecargado, justo como un robot que sufrió un cortocircuito. Está desesperado, sin poder ver la hora de librarse de toda aquella carga que lleva encima aunque eso signifique la muerte.

Doyoung está totalmente solo en el mundo, no tiene a alguien que lo escuche. Nunca nadie estuvo a su lado después de la muerte de su abuela, suceso que ocurrió cuando el apenas tenía doce años.

Cierra sus ojos y logra sentir paz por una vez en su corta existencia cuando una ráfaga de viento hace que su cabello negro se sacuda con gentileza, porque sabe que después de eso ya no habrá nada más.

Sólo tiene que saltar.

Poco a poco deja de abrazarse del poste, sin miedo y sin dudar.

'Click'

De repente un sonido metálico lo distrajo y le hizo voltear hacía el lado seguro de la baranda del puente. El sonido metálico se volvió a escuchar justamente cuando un chico de traje cerraba el encendedor que utilizó para encender su cigarrillo.

—Buenas noches —saludó el desconocido. Doyoung solo asintió un tanto desconcertado.

Giró su rostro para encarar a la luna de nueva cuenta.

—Disculpa que te interrumpa pero, ¿piensas saltar? —el desconocido le habló otra vez de forma bastante casual, haciéndole sentir el doble de desconcertado que antes.

Se limitó a asentir de nueva cuenta.

—¿Puedo saber por qué?

Está vez negó lentamente.

• No saltes, conejo. » dojae / jaedoWhere stories live. Discover now