Segunda Parte: EL DOCTOR - CAPÍTULO 24

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CAPÍTULO 24

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CAPÍTULO 24

Walter retiró el paño de mi frente y me tocó con la palma de la mano.

—La fiebre está cediendo— anunció.

—Tengo sed— dije. Tenía la boca seca.

Walter se paró y fue a buscar agua. Sirvió un poco de una jarra en un vaso y me la trajo.

—Despacio— me advirtió, ayudándome a incorporarme y poniendo el vaso sobre mis labios.

Me parecía mentira estar junto a Walter otra vez. Sentí que podría vivir en aquella cabaña en el bosque con él, sin preocuparme de construir cúpulas ni escapar de Hermes. Dos amigos compartiendo el bosque. Excepto que Walter no era mi amigo todavía. No importaba, podría cultivar su amistad otra vez, podría hacer que volviera a conocerme. Anhelaba olvidarlo todo y vivir una vida simple como la de Walter. ¿Qué otra cosa podía alguien necesitar? Pero aunque pudiera evadirme de todo, desentenderme de todo, había algo que no podía olvidar, algo que me retenía fiel a mi cometido, algo que me daba la fuerza para seguir luchando a pesar de todos los obstáculos: Dana.

—¿Quién es Dana?

Me sobresalté ante la pregunta. Era como si Walter hubiera estado siguiendo los pensamientos en el interior de mi cabeza.

—¿Qué? ¿Cómo sabes de ella?

—Lo siento, no debí entrometerme en su vida personal— se excusó él.

—¿Cómo la conoces?— insistí.

—En el delirio de la fiebre no hacía más que repetir su nombre. Debe ser alguien importante para usted.

Suspiré. Si había alguien con quien podía hablar de Dana era con Walter.

—Dana es la mujer más hermosa, inteligente, valiente y maravillosa que existe. Y tuve la suerte de que se enamorara de mí. Todavía no sé bien qué vio en mí, pero estoy agradecido de que me haya dado la oportunidad de amarla. Sin ella no estoy completo, no soy nadie. Ella me enseñó quién soy. Ojalá pudieras conocerla, Walter, es una mujer extraordinaria.

—¿Dónde está ella?

—Las circunstancias nos han separado, pero estoy trabajando para encontrar la forma de volver junto a ella.

—Ojalá consiga volver con ella, así no tendrá que andar vagando solo por el bosque— me dijo él.

—Gracias— sonreí.

Walter también sonrió, pero su sonrisa se desvaneció de pronto al escuchar que alguien golpeaba la puerta de la cabaña. Me quedé rígido, petrificado por el temor.

—Nos encontró— murmuré con el corazón en la boca.

Walter se llevó un dedo a los labios para indicarme que me mantuviera en silencio. Asentí. Walter fue hasta un rincón de la habitación y tomó su gran hacha. Se acercó con cuidado y se colocó al costado de la puerta, el oído pegado a la madera. Los golpes se reiteraron más fuertes, más urgentes. Walter apretó el hacha con fuerza, mientras esperaba quieto junto a la pared, sin mover un solo músculo, en silencio. Yo hacía un esfuerzo por calmar mi respiración.

LA PROFECÍA DEL REGRESO - Libro II de la SAGA DE LUGTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang