Parte 1

2 0 0
                                    



 Adriana

Habían pasado casi dos semanas desde mi último chequeo, el doctor me había dicho que aquel grumo de mi seno derecho puede llevarme al cementerio. Puede ser cualquier cosa.

Un cúmulo de sangre o un pedazo de carne que estaba atrofiado por causas desconocidas, de cualquier manera, decidí seguir, pensando que sería cualquier cosa, lo que sea, menos eso. No entendí que había hecho para merecer ese castigo.

—¿Cómo ha sido su día hasta ahora señorita Díaz? —me preguntó el doctor Ramírez. Siempre había sido amable conmigo, aparte de esto ha sido el doctor que me había ayudado en otros casos de los que padecía.

Aún recuerdo el esguince que había tenido en mi pie izquierdo hace dos meses. Ahora por supuesto, este grumo que descubrí, este malestar que tenía en mi seno derecho se convirtió en segundos en un dolor de cabeza.

Cada día se volvía más latente. Mi vida poco a poco se iba acabando.

Había tenido ese dolor hace tiempo. Lo único que lograba distraer mi mente era realizar deportes. Me engañaba diciéndome a mí misma que podía simplemente ser un musculo, el cual se arreglaría solo con varios masajes.

Aunque comencé a sentir miedo cuando un día, sin ningún tipo de necesidad comenzó a dolerme de una manera voraz. Era como si quisiese despegarse de mí, pero al mismo tiempo sentía como si me estuviese haciendo un pequeño agujero más allá de las áreas conocidas de mi seno. Sentí que este dolor fuese a destruirme.

Fue en ese instante cuando decidí ir al hospital. Aunque tenía terror acerca de lo que podría ser ese grumo misterioso que se marchitaba en mi interior.

Me aterrorizaba más el hecho de que, podría ser algo que me matara de manera silenciosa.

Según comenzamos a hablar, el doctor me dijo que no me sintiese presionada conmigo misma. Los resultados de la prueba podían ser un error y no siempre enseñaban los verdaderos diagnósticos de los pacientes.

Pero yo sabía que significaría eso. En el peor de los casos, me estaría enfrentando a una cirugía para perder masa en mí busto, o por lo menos eso creí mientras hablaba con el doctor.

—Verdaderamente no hay forma fácil de decir esto. Parece que existe la posibilidad de que tengas cáncer de mama, el cual se está esparciendo de manera exponencial por su seno derecho; es solo una simple suposición, queremos hacerle un último estudio para ver como esta su estado, a través de una mamografía. ¿Estás de acuerdo?

Asentí de manera monótona y automática. Mi mente no estaba en ese lugar, estuve durante el resto de la consulta haciendo hipótesis acerca de ello. ¿Qué había hecho yo para que se me castigara de esa manera?

Sabía que tomar era malo, que fumar me podía dar cáncer de pulmón, pero nunca creí que esto se podía tornar de esta manera; pareciera que Dios me había jugado un chiste o una treta de mal gusto.

Es como si estuviese entreteniéndose conmigo hasta que muriera sola, para que otra persona, otro infeliz tuviese la misma suerte que yo.

Cuando salí del consultorio me monté en un bus para llegar a mi casa. Me encontré con una situación no deseada; me había topado con un hombre que tenía un fuerte aroma a sudor, era un hedor que se esparcía entre los contornos del transporte. De momento, comencé a sentir como una de sus manos se acercaba a mi cuerpo, intenté moverme hacia atrás, pero no pude hacerlo, me encontraba atrapada entre un muro de personas y la pared de hierro del final del bus. Nadie me escuchaba intentando pedir permiso, se volvió frustrante.

Hai finito le parti pubblicate.

⏰ Ultimo aggiornamento: Feb 02, 2020 ⏰

Aggiungi questa storia alla tua Biblioteca per ricevere una notifica quando verrà pubblicata la prossima parte!

AdrianaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora