Prólogo

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«Escapar es irse y no volver nunca más, pero es imposible escapar de nuestro mundo. Lo que aporta la fantasía es un descanso, un momento de retiro. »









El día estaba lluvioso y las gotas se esparcían sobre el techo de chapa que la familia Cullimore tenía al otro lado del patio. El ruido era espantoso. Tom no podía soportarlo más.

—Emma, recuerdame que cambie ese techo. —Se quejó por milésima vez con su esposa, quien recostada observaba la televisión.

—Siempre que llueve dices lo mismo y nunca lo arreglas. Ruth se viene quejando seguido de eso. —Le respondió sin importancia. Estaba muy concentrada viendo la novela de su canal preferido y bastante cansada de oir las quejas de su esposo.

—Bueno, mañana lo hago en serio. —Afirmó.

—Sí, si, como digas.

Su esposo siempre había sido quejón pero con el transcurso de los años, esto se iba aumentando y la única que debía escucharlo todo el día era ella. Lo quería, siempre lo había hecho pero muchas veces sentía que necesitaba un espacio alejada de él.

—Otra cosa. —Volvió a abrir la boca.

— ¿Qué quieres ahora?

—Mañana, cuando vuelva Ruth, no se salva del castigo. —Afirmó nuevamente pero su esposa solo sonrió.

Tom siempre había tenido cierta debilidad cuando se trataba de su hija, y aunque anhelara poder castigarla, la que siempre terminaba haciéndolo era Emma con su carácter mandón y sus pocas ganas de discutir. Ella era simple y directa. Él era charlatán y débil.

—Más que castigarla porque escapó con su amiga, deberíamos castigarla por mentirnos con respecto a su enfermedad. No se cuida, estoy cansada. —Resopló y apagó la televisión. —Es grave, Tom. No come nada, siempre salta las comidas.

—Ya lo sé. Pero el doctor dice que es normal debido a lo ocurrido. —Respondió con resignación.

—Ese doctor no sabe nada. No puede ser normal que no se alimente. Ya se le ven los huesos.

—Mañana hablamos con ella.

Hablar del tema siempre había sido dificil para ella, recordar lo que habia sucedido hace unos años solo podia traerle malos y dolorosos recuerdos. En cambio, Tom, siempre habia sido más comprensivo respecto a eso y con quien Ruth siempre se sentaba a hablar.

 En cambio, Tom, siempre habia sido más comprensivo respecto a eso y con quien Ruth siempre se sentaba a hablar

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Emma se asomaba por la puerta luego de que el sonido de dos golpes resonaran por su casa. Observó con sorpresa a los dos oficiales que se encontraban frente a sus ojos e inmediatamente llevó sus manos a su boca con angustia.

— ¿Dónde está? —Preguntó automáticamente. — ¿¡Dónde está mi hija!? —Exclamó llamando la atención de su esposo, quien no tardó en aparecer.

Sus piernas comenzaron a tambalearse por lo que Tom se apresuró a sujetar su cuerpo antes de que impacte con el piso. Él también estaba asustado.  El oficial se acercó lentamente hacia ellos y con su mano derecha retiro la gorra de su cabeza mientras suspiraba.

—Buenos días señor. ¿Usted es Tom Cullimore?

Él asintió y sujetó con fuerza a su esposa, intentando consolarla pero a su vez, intentando consolarse a si mismo. No podian evitar pensar lo peor, no luego de que su hija no apareciera en toda la noche.

—Lamento informarle que su hija tuvo un accidente. —Intentó comunicar sin sonar brusco. Era una de las primeras veces en las que tenía el horrible trabajo de acercarse a las familias.

— ¿¡Donde!? —Volvió a gritar la mujer mientras se movía bruscamente hacia todas partes buscando su abrigo. — ¡Te lo dije Tom! Debimos saber que escaparía. Es tan desobediente.

Tom intentó calmarla pero Emma ya había perdido totalmente la cordura. Él intentaba no hacerlo. Su mujer lo sujetó de la mano y sin siquiera echarle una mirada a los oficiales se dirigió a el transporte para ser llevada hacia Ruth.

 Su mujer lo sujetó de la mano y sin siquiera echarle una mirada a los oficiales se dirigió a el transporte para ser llevada hacia Ruth

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—Se  reporta un accidente entre dos autos. Un Honda Civic y un Chevrolet Vectra. Dos muertos identificados. —La voz del oficial retumbaba una y otra vez.

— ¿Qué paso?

Un hombre de unos treinta años se esparcía entre la gente observando con sorpresa la escena del accidente. Había un auto incrustado en un árbol mientras que el otro, dado vuelta, se encontraba a escasos centímetros.

— ¿Bastián? —Inquirió acercándose con lentitud. — ¿Bastián? —Elevó la voz dando dos pasos más. —Bastián...—Susurró.

De pronto, Robb Sallow se encontraba paralizado. Allí estaba el auto de su hijo entre las filosas ramas de una bestia, o eso le parecía a él aquel árbol que había causado semejante revuelo. Los oficiales se acercaron pero ni siquiera intentaba escucharlos. Ya lo había visto todo.

— ¿Esta...?—Volvió a intentar comunicarse pero las palabras no salieron.

Emma y Tom llegaron al poco tiempo. No recordaban como habían bajado del auto, ni que les había dicho el oficial al hacerlo pero solo querían llegar hasta su hija. Robb los observó. Ellos lo observaron. Emma se arrodilló. Tom se paralizó. Robb se apartó y un grito ahogado se oyó entre la multitud. Un grito lleno de dolor. Un grito que se desvaneció.

—Lo siento mucho. Cuando llegamos ya estaban así. —Fue lo único que ambos escucharon antes de comenzar a llorar desconsoladamente.

Ruth y Bastián estaban muertos.

El mundo de GandalfWhere stories live. Discover now