Capítulo 9

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–¿Sabes, Elisa? –pronunció Adam contra sus labios, a escasos centímetros de ella. Elisa sentía su respiración salir entrecortada, anticipando lo que podría suceder. Él estaba tan cerca. Tanto–. Tampoco esperaba encontrarte.

–¿No? –musitó Elisa recorriendo con la mirada las facciones que en otro tiempo le habían sido tan familiares. ¡Sentía tantas ganas de tocarlo!

–No –alargó la sílaba y se acercó un centímetro más– no lo esperaba.

–Y supongo que tampoco lo querías... –desvió la mirada y Adam chasqueó la lengua, tomando su barbilla suavemente para que volviera a mirarlo– ¿verdad?

–Equivocada –deslizó un dedo por su mejilla– tan equivocada.

–Adam... –suplicó Elisa cerrando los ojos. Él sonrió divertido.

–¿Sí?

–¿Qué es lo que quieres?

–Dímelo.

–¿Qué cosa?

–Dime que sientes –Adam deslizó una mano por el brazo de Elisa y con la otra trazó la curva de su mejilla con el pulgar– dímelo.

–No... –Elisa murmuró sintiendo como su mundo se estremecía ante el contacto. Toda una década había pasado y seguía siendo igual que el primer día– no puedo.

–Inténtalo –pidió entrecortadamente.

–Es igual –su tono reflejaba incredulidad y emoción– igual que antes.

–Sí –confirmó Adam a punto de rozar sus labios– sí.

–Jamás lo habría imaginado –susurró Elisa echando la cabeza hacia atrás– ¿cómo podría...?

–Shh... –la silenció Adam y dibujó con su pulgar el labio inferior de ella.

–Un Lucerni. Todo habría sido diferente si lo hubiera sabido.

Adam se quedó quieto durante un par de segundos y de inmediato se incorporó, alejándose de Elisa. Ella tardó en abrir los ojos y entender lo que estaba sucediendo. ¿Por qué se había detenido? ¿Qué había sucedido? ¿Por qué no la había besado? ¡Cielos, por un instante había vuelto a ser una adolescente profundamente enamorada de su primer y único gran amor! Adam... ¿por qué había tenido que terminar?

–Adam...

–Elisa.

–¿Está todo bien? –inquirió pestañeando repetidamente. A momentos creía estar en un sueño. Un maravilloso sueño.

–Basta de juegos –gruñó Adam por lo bajo.

–¿Qué dijiste? –Elisa cerró las manos en puños para evitar tocarlo.

–Suficiente –Adam cruzó los brazos por delante de su pecho–. ¿Qué haces en Italia, Elisa?

–Yo... –el cambio que se produjo en Adam fue evidente. Atrás había quedado el intenso encanto juvenil que había proyectado hacia ella–. ¿Qué sucedió? ¿Estabas jugando conmigo?

–¿Yo? Aquí la única que acostumbra a jugar con los demás eres tú.

–Tú fuiste quien me trajo aquí, ¿recuerdas?

–Sí, el privilegio de ser un Lucerni –Adam clavó sus ojos azules clarísimos burlones en ella–. ¿Cuándo lo supiste?

–¿Qué eras un Lucerni? –Elisa se encogió de hombros–. Un poco antes de que tú supieras que yo era una Sforza.

Inolvidable (Sforza #4)Where stories live. Discover now