Aysel Silva intenta demostrar que puede hacerlo todo lo que se proponga sin necesidad de alguien, pero no siempre será asi. Para su suerte, su primera carrera regresara en vida para pincelar a la familia más adinerada de Inglaterra. Un trabajo que l...
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| S U M I R A D A , S U C A M I N A R|
Benjamin Barnes
Me encuentro en uno de los bares de la ciudad acompañado de Julia, la asistenta de mi padre. Eran más de las diez de la noche y probablemente al llegar a mi departamento encontraría las mil llamadas de mi padre. Llevo la suerte de tener el contacto de una mujer a mi lado. No es estable la relación, más bien es pasajero.
La escucho decirme que debía ir a los servicios. Asiento sin ningún problema. Volteo disimuladamente el rostro para ver la perfecta silueta que delineaban sus caderas debido al ajustado vestido que usaba.
Vuelvo a tomar otro sorbo de mi copa hasta que el sonido vibrante de mi celular comienza a molestarme en uno de los bolsillos de mi pantalón. En la pantalla aparece el nombre de la asistenta principal de la compañía: Margaret Fox. Pensé que se había cansado de llamarme. A pesar de mis ocurrencias repentinas, suelo ser responsable cuando se trata de la empresa; aunque constantemente los bares nocturnos me delatan y más cuando se trata de la bella Julia.
—¿Qué sucede, Margaret?—pregunto de mala ganas.
—Señor, lamento interrumpirlo pero lo estuve llamando toda la tarde. Su padre me comentó que le dijera que usted es el encargado de elegir al responsable del comité de finanzas para mañana.
—¿A qué hora?—indago de prisa.
—Ocho, señor. Me dijo que sea puntual. —habla.
—Bien, estaré a esa hora.—confirmo finalmente.
Cuelgo la llamada, llevo las manos sobre mi rostro pensando en la única persona con la que terminaría teniendo sexo: Julia. Esta era la única manera de deshacerme de pasar una mal rato de solo escuchar las exigencias de mi padre. Tiene otro hijo por el que debe acudir y solo me deja los cargos más pesados para fastidiarme. Eso he supuesto por años desde que le dije que nunca llevaría a la casa a una mujer que sea mi esposa.
Consigo otro vaso de Vodka por el barman. Llega la mujer que me acompaña sobreponiendo su mano por encima de mi pantalón. La miro e intento romper aquel silencio entre nosotros dos con un solo beso. Me separo de ella intentando buscar mi vaso cuando de pronto ella me proporciona uno de los cigarros de su bolso. La verdad, no he fumado durante bastante tiempo. Solo lo hice dos veces y me resultó pésimo hacerlo. Es Julia y no podía negarme a ese pequeño envoltorio blanco.
Me da el encendedor. Huelo el olor a tabaco, pero al par de unos segundos alguien me detiene tomando de mi hombro.
—Señor, está prohibido fumar. —giro para encarar al tipo que me detuvo. Lo miro pausadamente con el ceño fruncido. Me levanto entonces dejando de lado el cigarrillo.
—¿Disculpa? —indago a pesar de llevar el efecto de alcohol en mi organismo.
