Proyecto Skapos

Primera Parte - Capítulo 4: Estado de sitio

La explosión retumbó con fuerza en lo vidrios de su departamento. Puso todas las trabas de la puerta y se quedó ahí apoyada de espaldas, llorando.

Nunca había corrido tanto. Apenas si podía contener la respiración. Había sido tan doloroso ver a los chicos golpeados así.

Oriana lloraba, jadeaba y al mismo tiempo pensaba en qué hacer.

Instintivamente comenzó a juntar sus cosas, las esenciales, en una mochila chica. Afuera en la plaza, la policía reprimía duramente a un grupo de jóvenes que se resistían enfurecidos.La violencia se había extendido a toda la ciudad y ya era un todos contra todos.

El toque de queda había sido establecido a partir de las 20 y sin embargo, pocos minutos después de las siete, mientras estaba con sus amigos frente al bar, un patrullero frenó y los comenzaron a increpar. Pablo les contestó y le dieron un bastonazo en la rodilla. Los cachearon, y cuando parecía que ya los estaban por liberar con el compromiso de irse inmediatamente de allí, los chicos de nuevo contestaron algo y los comenzaron a golpear salvajemente. A plena luz del día, en plena diagonal 74. Luego no los vió más, se los llevaron.

Oriana no sabía que llevar, tampoco adonde ir, sólo sentía que ya no podía seguir allí. Apagó todas las luces de su departamento y estuvo sollozando un largo rato. Dos agentes la habían corrido durante las primeras cuadras luego de la refriega. Ella creía que la habían dejado ir, pero no estaba segura, tenía miedo.

Desde que se declaró el estado de sitio hace unos meses la tensión y los conflictos fueron en aumento, pero ahora ya no era sólo eso. Ahora el desquicio había poseído a la ciudad y la gente huía despavorida.

Se sentía mal por haber dejado a todos así, pero mientras los reducían a ella y a su grupo, la agente que la mantenía sujeta se distrajo y sintió que era su única oportunidad. Y la aprovechó. Salió corriendo porque no tenía otra opción, no podía ayudar en nada, le salió de adentro eso.

Escapar.