Laying down on your ocean eyes. || L.S.

I think I might be sinking. [única parte]

  Harry sentía el agua chocar contra su rostro, obligándolo a tragarla e intentaba escupirla, tosiendo fuertemente. Buscaba desesperado unos ojos azules, más profundos que el océano que ahora lo quería llevar con él, el mismo que se había mostrado tan amigable cuando habían decidido comenzar a nadar.

 Y su acompañante no aparecía y Harry sentía cómo el aire escapaba de sus pulmones, temiendo que fuera reemplazado por agua salada, como la que salía sin control de sus ojos y se mezclaba con la demás, mientras chapoteaba, intentando mantenerse a flote.

 Intentaba una y otra vez gritar, tosiendo y llorando, con la desesperación completa de verse hundido y ahogado sin su amado, su compañero, la única razón por la que había entrado al mar.

 ¿Dónde estaba? Sentía que cada segundo era otro metro que los alejaba y jamás había deseado con tantas ansias detener el tiempo, ni cuando su novio colocó la sortija de compromiso en su dedo anular derecho, susurrando que "no tenía idea de que mano era, pero esperaba que fuese la correcta". Y cerró su puño con fuerza, no podía perder ese anillo, no podía perderlo.

 Escupió más agua entre toses cuando logró gritar, desgarrando su garganta. "¡Louis!" "¡Louis, ¿dónde estás?!" repitió, más lágrimas de agua salada mezclándose con la inmensidad del océano y las gotas que el cielo le tiraba contra el rostro, ¿por qué a ellos?

 Hacía tres días habían llegado a una playa de California, algo alejada, y estaban recorriendo el lugar de la mano y con enormes sonrisas. Y ahora todo eso se iba a pique junto con sus vidas, y Harry aún no encontraba a Louis y trataba de nadar hacia un punto oscuro que tal vez y sólo tal vez era su novio. Movió sus piernas, cansado, implorando por que fuese su prometido. Se ayudaba con los brazos, que pesaban como piedras, mientras la corriente le obligaba a ir hacia atrás, imposibilitando aún más llegar a ese bulto que definitivamente no parecía tener vida.

 "¡Louis!" volvió a gritar, sus párpados caían una y otra vez y solo quería dejarse llevar. Pero no podía, aún no podía, el amor de su vida lo necesitaba y él no podía fallarle. Tomó aire nuevamente, haciendo fuerza con sus brazos y piernas, con todo su maldito cuerpo, para llegar a "Louis", y lo estaba logrando, estaba acercándose y finalmente parecía divisar las extremidades del hombre.
 ¿Era su cuerpo, cierto? Nadó con más fuerza, sintiendo sus músculos quemar y sus pulmones contener algo desconocido, tosió más agua, asegurándose que ese sería su último esfuerzo.
Y ya llegaba, no le faltaban tantos metros para hacerlo, cuando el agua y el clima volvieron a ponerse en su contra, mandando una ola de proporciones colosales y tragándolo, obligando a su cuerpo a dar millones de vueltas y sintiéndose golpear contra objetos que no podía ni quería identificar, abriendo la boca en un grito desesperado y encontrándose con que todo el aire se había vuelto agua, y ahora estaba en todas partes, todas las malditas partes. Sus ojos ardían, su nariz inhalaba líquido salado, lo sentía en todo su cuerpo y decidió que sería inútil luchar contra eso.

 Y cuando creyó que no quedaba una pequeña molécula de oxígeno en su cerebro, el agua lo empujó con una fuerza descomunal hacia arriba, obligándolo a chocar contra la superficie y abrir la boca en una desesperada súplica por oxígeno, el maldito oxígeno que necesitaba para encontrar a Louis y salir de ese infierno acuático. Tosió, expulsó más agua, preguntándose por millonésima vez por qué demonios a ellos les tocaba vivir eso. ¿Era una especie de castigo divino?
 Como si alguien hubiese escuchado su pregunta, la lluvia decidió caer con más fuerza, golpeando contra su rostro, entre oleaje y viento que hacía que su cabello se pegase a sus ojos. Por última vez, Harry Styles dio una bocanada de aire, gastándolo en un susurro sin fuerza, llamando a su novio.

 Y el agua lo tragó de manera silenciosa, dejando el viento silbando y las olas romper sobre sí mismas, gritos perdidos entre la marea y dos cuerpos muriendo, a metros de distancia que jamás pudieron recorrer.