Capítulo: Verdad.

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—¿Quieres que te acompañe? —me preguntó mi tía haciendome sobresaltar.

  Iba a abrir la puerta cuando ella apareció. No había dormido del todo bien por la noche tan solo de pensar en todo esto. Por un segundo pasó por mi cabeza la idea de pedirle dormir con ella. Tenía miedo. Pero no me atreví. Sentía que la molestaba. Me había levantado y preparado el desayuno sola, como casi todos los días.

  Se suponía que ella dormía a esta hora de la mañana, por eso causó que me asustara.

—Me asustaste. —dije con una mano en el pecho.

—Lo siento —comenzó a caminar hacia mí—. Anoche no pudiste dormir —afirmó—, te escuchaba hasta pararte y caminar en tu cuarto.

—Lamento si te moleste. No logré conciliar el sueño anoche.

—¿Es por ese chico o por lo que pasó en tu otra casa? —preguntó.

—Ambas...

  Sonrió con los labios cerrados mientras se ponía a mi lado. Me rodeó con sus brazos y besó en la frente.

—Tranquila —dijo al separarse—. Si él no ve lo genial que eres, pierde. —exclamó formando una mueca.

  Solté una pequeña risa.

—¿Vas a hablar con él hoy? —me preguntó.

—Voy a intentarlo. —respondí.

—Esa es mi niña —me dió otro beso en el mismo lugar—. ¡Oh! —dijo al recordar algo— Toma —metió las manos en su bolsillo y sacó un poco de dinero—. Si resulta, vayan a comer algo por ahí —me dió un poco—. Y si no, quédatelo.

—Gracias —la abracé mientras sonreía—. Bueno —me incliné y agarré mi mochila colgandola de mi hombro—, me voy. —abrí la puerta.

—¡Así me gusta! ¡positiva! —sacudió su puño en señal de aliento.

  Bajé los primeros escalones de la entrada y comencé a caminar por la acera.

—¡Suerte! —me gritó apoyando su mano al lado de su boca para hacerce oir más.

—¡Gracias! —respondí saludandola.

  Vi como volvio a meterse dentro de la casa con una sonrisa iluminando su rostro.

  Volví a sentirme mal. ¿Y si Nathaniel de verdad quería decir eso con su carta? No sé si deba hablarle...

  Sí, lo haré.

  El camino se sintió más corto de lo normal. Tal vez sean las pocas ganas que tenía de enfrentarme al problema y nunca quise llegar al instituto para empezar. Al entrar vi a todos los estudiantes dispersos. Cada uno hablaba con sus amigos. Lo mismo noté en los pasillos dentro del edificio. Busqué mi casillero y al encontrarlo lo abrí. El timbre sonó y comencé a apurarme, Delanay odia las demoras.

  Guardé mi mochila dentro y tomé mi libro de ciencias, que era el que necesitaba para mi primera clase. Me golpee el codo con la puerta de este y no solo eso, tiré el de matemáticas.

  Maldecí entre dientes en señal de queja.

—Se te cayó. —Oí a alguien detras de mí.

  Fricioné mi codo mientras me daba la vuelta para ver de quien se trataba.

—Gracias pero no tenías que —hice una pausa al ver de quien se trataba—... ayudarme. No necesitaba ayuda.

—Enana mal agradecida. —me dijo.

Cartas al delegado. (Nathaniel×Sucrette)Where stories live. Discover now