Capítulo 2

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El fastidioso despertador sacó bruscamente a Alondra de su adorado mundo de sueño para obligarla a enfrentarse a la realidad. Esta, sin ganas de alejarse de los brazos de Morfeo, se colocó una almohada encima de la cabeza como si así pudiera amortiguar el escandaloso sonido de la alarma y volver a la tranquilidad de su sueño. Claro que eso era imposible, pero nada le costaba tener esperanzas.

Con una flojera digna de un oso panda, se levantó y apagó la dichosa alarma, luego arrastró sus pies hasta el baño para tomar una ducha de agua fría que la terminara de despertar.

Cuando finalizó la ducha, se vistió con un pantalón azul rey y una linda camisa blanca manga larga y desayunó, para posteriormente ir a trabajar.

Después de la fiesta el sábado, había llegado a su casa y había terminado la noche viendo películas románticas y comiéndose todo lo dulce que encontró en su nevera ¿Qué mejor remedio para una amarga tristeza que cosas dulces? Luego, se había metido a dormir y el domingo amaneció con el firme propósito de no sufrir más por un imposible. La vida era muy corta para desperdiciarla en lágrimas, y si Diego no era para ella, otro si lo sería.

Cuando era joven, y veía todas esas mujeres llorar por un hombre, se juró que ella nunca lloraría por un uno, pues en su opinión no valía la pena, ahora, era hora de cumplir esa promesa. Lástima que fuera más fácil decir que hacer. Cuando una pierde al amor de su vida, es tan grande el sentimiento de tristeza que parecía imposible no llorar al recordarlo. La vida se siente vacía, como si le faltara un complemento. No tienes ganas de hacer otra cosa que quedarte encerrada en tu casa llorando y desahogando tus penas, pero ella no podía darse ese lujo, tenía que trabajar, y si el destino la quería solo un poquito, el viaje de bodas de Emma y Diego duraría al menos un año.

Salió de la casa que habían terminado hace poco para ella y se dirigió al porche donde estaba estacionada su moto. Sí, una moto. En su opinión era más sencillo llegar a un lugar en ella que en un carro dónde se tiene que calar colas interminables y conductores con licencias regaladas. Su familia se había quedado de piedra cuando la vieron en ella hace unos meses, pero no habían dicho nada pues por todos era conocida la excentricidad de la muchacha. Una no podía criarse con seis hombres en la casa y salir manejando un coche rosa.

Sacó la moto del porche, se colocó el casco y emprendió el camino hacia la empresa. A mitad de camino esta empezó a soltar unos ruidos raros y Alondra preocupada estacionó en el primer lugar cercano. Se bajó para investigar que sucedía pero de pronto esta hizo un ruido extraño y cuando la quiso prender esta no arrancó.

— Genial— se dijo quitándose el casco y sacando su teléfono para llamar a alguien experto en el tema. Estaba por marcar en número cuando una voz la interrumpió.

-¿Acaso en Altamirano's no gana lo suficiente para comprarte un carro?

Ella soltó un gruñido y le dirigió una mirada fulminante a Gabriel Mendoza. Se dio cuenta en ese momento que había estacionado justo en frente de Ea contrucciones. Por lo visto, su mala suerte se había extendido más allá del fin de semana.

-Me gustan las motos ¿Algún problema? -dijo con tono amargo y siguió buscando en su teléfono el contacto que quería.

-Pero que carácter-masculló el hombre acercándose-yo creía que la Alondra era un pájaro que vivía siempre cantando y feliz. Tu madre no le atinó bien al nombre.

Alondra no le prestó atención y marcó llamar cuando encontró al contacto. Para su mala suerte, ya constante, no contestaron.

-Coño-farfulló en voz baja y volvió a intentarlo, pero nada.

-¿Necesita que la ayude?

Ella se sobresaltó a oír su voz. Creía que se había ido ya.

-Tengo un amigo por acá cerca que puede venir a verla y de ser necesario la lleva a su taller. Si no quiere retrasarse, puede dejármela y yo me encargó de ella.

Construyendo Un Destino (Corazones Rotos #1)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin