CAPÍTULO 2

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Los personajes de INUYASHA no me pertenecen sino a RUMIKO TAKAHASHI

Esta obra pertenece a ROGERS ROSEMARY, ha sido adaptada y modificada por mí

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CAPÍTULO 2

Kagome POV

Para sorpresa de Kagome, el día de su boda comenzó con un impresionante amanecer que tiñó de rosa y oro un cielo completamente despejado. Prometía ser un bonito día de verano. Ella esperaba una mañana gris y sombría acorde con el estado de ánimo que tenía desde hacía semanas.

Lo que era aún más sorprendente era que casi estaba guapa con aquel vestido de seda color marfil, gasa plateada y un corpiño salpicado de diamantes. Llevaba el pelo recogido en un moño alto sujeto por una tiara de diamantes, a juego con los pendientes y el enorme collar que lucía en el cuello.

Todo ello regalo de su padre, claro.

Estaba empeñado en que todo el mundo hablara de aquella boda, a pesar de las súplicas de Kagome, que había intentado hacerle ver que era de muy mal gusto celebrar un enlace tan ostentoso cuando era de dominio público que Mitzuo Higurashi Wells había comprado al novio con la cuantiosa dote de su hija.

Pero Higurashi Wells era de la opinión de que la discreción era para aquellos que no podían permitirse derrochar dinero de la manera más extravagante.

Una vez que asumió que no iba a tragarla la tierra por mucho que lo deseara, Kagome se subió al carruaje negro y se dejó llevar en silencio a la pequeña iglesia donde iba a celebrarse una ceremonia privada. Después de dicha ceremonia, regresarían a Sloane Square para asistir a una elegante recepción para doscientos invitados.

Pero cuando se encontró de pie ante el altar ocurrió el desastre que llevaba todo el día presintiendo.

El pastor lucía sus mejores vestimentas y un gesto poco halagüeño en el rostro. El padre de Kagome estaba junto a ella con su mejor chaqueta negra y un chaleco plateado y al otro lado estaba su única amiga, Sango Taijiya Yamada, la hija de un baronet condenada como ella a ser siempre la fea del baile.

Pero había una notable ausencia.

El señor Inuyasha Taisho Steel no había aparecido.

Esperaron al novio durante casi dos horas durante las cuales el silencio que reinaba en la iglesia fue inundando el corazón de Kagome.

Estaba... aletargada. Como si la terrible humillación que suponía ser abandonada en el altar le estuviese ocurriendo a otra.

No había conseguido quitarse de encima aquella sensación, ni siquiera cuando su padre había salido de la iglesia maldiciendo y asegurando que aquel bastardo tendría que sufrir las consecuencias de haberse burlado de Mitzuo Higurashi Wells. Ni cuando había tenido que volver a su casa y anunciar a los doscientos invitados impacientes que se había pospuesto la boda.

Y seguía sintiendo lo mismo allí, sentada en su sala de estar privada, decorada en color lavanda y marfil.

Sentada junto a la ventana que daba a la rosaleda del jardín, aún lleno de invitados entusiasmados de estar siendo testigos del mayor escándalo de la temporada, Kagome pensó que debería sentir algo.

Rabia, humillación, dolor...

Cualquier cosa excepto aquel terrible vacío.

Observaba con gesto ausente mientras Sango iba de un lado a otro de la habitación. Lo único que rompía el silencio era el ruido que hacía su vestido de satén cuando su amiga caminaba por la alfombra persa. La pobre no sabía cómo afrontar tan incómoda situación.

Tiempo de TraicionesOnde histórias criam vida. Descubra agora