Capítulo 5

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Me desperté por el ruido de una puerta que se había cerrado. Me costó acostumbrarme a los rayos del sol que se filtraban a través de las cortinas negras. ¿Cómo que cortinas negras?. Me incorporé sobresaltada, esta no era mi habitación. Mi habitación, poseía unas cortinas rojas a mi lado derecho, no detrás del cabecero de la cama. Me calmé un poco cuando recordé que ayer por la noche había llegado a Urano y que esta iba a ser mi nueva habitación por un tiempo indefinido.

—¡Hola! —saludó una voz algo grave que acabó por despertarme de golpe. Un chico moreno de ojos castaños me observaba desde la entrada. Me restregué los ojos bien, pensando que aún me encontraba en alguna fase del sueño.

Un momento, ¿qué hacía este chico aquí?. Pegué un salto desde la cama y pase la alfombra blandita blanca que se extendía por el suelo y que ayer no había notado. Ahora mismo es cuando me daba cuenta de que las paredes de la habitación eran blancas y un suelo de madera oscuro se extendía por debajo de esta alfombra blandita. También, había dos puertas blancas al lado derecho y una mesilla negra al lado de la cama también negra con un cabecero de madera. Había dormido en una cama de dos plazas, grande y bonita. Ni siquiera me había percatado de ello. Me miré de arriba abajo y aún seguía con la ropa de ayer e incluso con las zapatillas de deporte. Era un desastre.

Cuando volví a mirar a aquel chico que se había colado en la que era mi habitación, estaba sonriendo. ¿Cómo se atrevía a sonreír tras haberse colado aquí dentro sin permiso?. Sin embargo, su cara me sonaba de algo...

—¿Qué narices haces aquí? —le pregunte sin más preámbulos. Quise que sonará amenazante pero con mi pequeña voz grave por culpa de haberme despertado ahora, parecía un pitufo. Tanto que tuvo que contener una risa aquel moreno de un metro setenta y cinco, quizás. Su presencia empezaba a sacarme de quicio...

—La llave estaba puesta, pequeñaja. —dijo mientras levantaba las manos en señal de rendición y una estúpida mueca de burla asomaba su cara.

—Eres el de la misión de Ryo, ¿no?. — Pregunté segura. De eso me sonaba. Había tardado un par de segundos más en encajar su cara en aquella misión. Este chico era "el moreno" que iba junto al de " los ojos arrebatadoramente sexys ".

—Sí, Alex Houston, un placer. —dijo mientras se acercaba para estrecharme la mano. Pero se quedó en el aire porque yo la mía no se la estreche.

—Lárgate y dame la llave. —le ordené bordemente. Madre mía, acababa de mirarle de arriba abajo, algo que no debería haber hecho. Llevaba unos pantalones negros ajustados que colgaban de su cadera y una camiseta blanca se amoldaba a su torso, haciéndole un cuerpo de infarto. Poseía unos ojos castaños cargados de pestañas y unas cuántas pequitas en la nariz. Tendría unos veinte años, quizás, pero tenía aún aspecto de niño.

Me sonroje al darme cuenta de que Alex sabía que lo había mirado de arriba abajo. Empezó a carcajearse, estaba claro que debía controlar mis hormonas y mi poca experiencia en chicos debería ser ocultada. Mi primer día no marchaba especialmente bien...

—La llave. —repetí furiosa dejando mi mano en el aire a esperas de que me las diese.

Tardó un segundo en reaccionar aún riéndose y saco la llave del bolsillo de sus jeans negros. La deposito en mi mano y le mire con fuerza para ver si entendía que no quería que siguiese aquí.

—Me alegro de haberte conocido, Thalia Stone. —dijo mientras me guiñaba un ojo y salía de la habitación. Cerré la puerta de un portazo tras su salida sintiéndome mucho mejor.

Sin más dilación, me dirigí a las puertas blancas mientras me colgaba el collar con la llave. La puerta más cercana a la entrada era un maldito vestidor. ¿Acaso me estaban gastando una broma?. Estas habitaciones no las había en Gea y si las había yo no tenía constancia de ello.

Gea (completa) PGP2023©️Where stories live. Discover now