De los mitos hasta un lápiz

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Hace mucho tiempo existió un lugar mágico llamado biblioteca, que contiene muchos portales a mundos diferentes, a esos portales se les llaman, libros, contenían letras que te llevaban a mundos inimaginables, que personas escribían. Ese es el mito que más me ha gustado, porque quisiera llegar a ese lugar y poder usar un libro para entrar a otra vida distinta.

Salí a caminar a las dos y media de la mañana, quería estar un rato a solas con mis pensamientos.

Estaba caminando cuando logre vislumbrar una calle que jamas había visto, decidí ir por hay, resulta que es un callejón sin salida, lo que esta adelante mío es un edificio gigante, con muchos ventanales y un letrero gigante que dice “biblioteca”, no me lo creo de verdad existe este lugar, es impresionante, tengo que entrar.

Estoy dentro, prendo la luz y lo único que hay en este lugar son muchas estanterías llenas de libros, libros y más libros, no hay otra cosa, me acerco al recibidor, hay un libro gigante encima, está completamente vació, me pregunto ¿Cuándo las palabras existían que abra contenido? Sigo recorriendo la biblioteca en busca de algo que me llame la atención, y lo que encontró es un pequeño cuarto que contiene solo un libro, con una cama, abro el libro, y me encuentro con algo que creí que jamás llegaría a ver, palabras, busco un  lugar cómodo y empiezo a leer, el libro se titula Romeo y Julieta.

Acabo de terminar el libro y aun no me puedo creer todo lo que les paso a ese par de enamorados, por fin en toda mi vida entendí el mito de verdad, al leer el libro me sentí otra persona, como si yo fuera Julieta luchando por el amor, me seque las lágrimas que había derramado por ellos dos, si solo las dos familias hubieran dejado sus diferencias atrás y hubieran apoyado el amor entre ellos dos nada de eso hubiera pasado, siquiera me estoy escuchando, es solo un libro nada de lo que paso es cierto, pero eso parece, miro la última página del libro y lo que encuentro es algo inusual, un lápiz.

Creo que llevo una hora y media pensando en qué hacer con este lápiz, se que se usaba para escribir, pero que puedo escribir, tal vez podría escribir mi vida, no como un diario sino, sino como una persona distinta que narra mi historia y hasta podría inventar el final que tanto deseo, sí, eso es lo que voy a hacer, recorro la biblioteca en busca de un libro, pero no quiero que sea una portada cualquiera, quiero una portada que me defina, y por fin la encuentro, es negra con bordes plateados, en el centro hay una mujer con el pelo negro tapándose la cara y alrededor de ella hay palabras, bueno no sé si de verdad sean palabras, son más letras revueltas y sin sentido, es la portada perfecta, abro el libro y está en blanco, esperen, no sé cómo escribir un libro, pero podría guiarme por Romeo y Julieta, me devuelvo con el libro en la mano a donde había dejado Romeo y Julieta, pero ya no está, lo busco por todas partes y no está, ha desaparecido, bueno aunque es extraño pero no puedo hacer más, ya son las cinco de la mañana y no he comenzado a escribir, me siento en el mismo lugar que antes y empiezo a escribir, las palabras me fluyen como una cascada de letras.

Estoy concentrada escribiendo, escucho pasos que se acercan, ¿Quién podrá ser? Tengo miedo, pensé que era la única persona que se había enterado que este lugar existía pero al parecer estaba equivocada, cada vez se acerca más hasta que alcanzo a vislumbrar una sombra masculina, es un muchacho, pelinegro con ojos grises bien abiertos, al parecer no esperaba encontrar a nadie más en este lugar.

-          Lo… lo siento – dije – creí que estaba abandonado

Abre más los ojos, creo que tampoco esperaba que yo supiera hablar, creo que he estado tan concentrada que  olvidaba que soy la única persona en todo el mundo capaz de hablar.

-          Ya me estaba yendo – me pare y comencé a irme por donde había venido

 Sentí la mano de alguien en mi brazo tratando de detenerme, me di la vuelta y lo vi a él con la mano en alto, imagino que quiere decir que me detenga y eso hago.

-          ¿Qué quieres?

Me señala

-          Yo

Asiente con la cabeza, coge mi libro, señala las palabras y después a el mismo.

-          Yo, palabras, ¿tu?

Vuelve a afirmar con la cabeza

-          ¿quieres que te enseñe las palabras?

Hace el mismo gesto que antes con la cabeza

-          Bueno ¿cuándo quieres empezar?

Señala hacia el suelo, creo que quiere decir que ya

-          ¿y por donde quieres comenzar?

Señala un libro

-          Libro

-          Libro – repite el

No había caído en cuenta que es la única persona que he visto que no tiene los labios pegados, seguimos así hasta que son las siete de la mañana y estoy agotada, los dos nos disponemos a dirigirnos hasta nuestras casas.

-          Chao

-          Chao – repite el, mientras se despide de mi desde la puerta – alto, tu, yo, salir – no me lo esperaba, estoy sorprendida no se que decir.

-          S… si -digo tartamudeando

-          Hora?

-         mañana a las Ocho? y Que te parece aquí?

-          Si

Me despido con la mano y me voy ansiosa porque ya sea mañana y cansada porque no he dormido en toda la noche

Las palabras olvidadasWhere stories live. Discover now