CAPÍTULO IV

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Fue una noche de nieve....

El santuario se mostraba glorioso frente a sus ojos, este era el lugar donde ese hombre llamado Krest pertenecía, pero en su enfermo corazón habitaba el presentimiento de que en ese lugar también pertenecía aquella persona que tanto deseaba ver.

Pues ese presentimiento era la razón por la que en este momento se encontraba aquí.

Pero podía jurar que era algo más que un presentimiento, la sangre de aquella diosa, la diosa Athena se encontraba recorriendo libremente por su corazón, podría ser que aquella sangre era la que le decía que aquella persona se encontraba en aquel lugar.

-Degel-

Un temblor azoto su cuerpo, el susurro silencio que llamaba a aquella persona, el susurro que se perdía en la blanquidez del mundo.

La nieve cubría los alrededores, la nieve le hacía recordar aquel día.

La sonrisa aparecio en su rostro al recordar aquel día y eso fue suficiente para seguir el camino que se mostraba a sus ojos, eso fue suficiente para adentrarse al santuario de Athena.

El día en que me encontraste.....

Habían niños y adultos de todas las edades, algunos vestían armaduras muy extrañas y otros vestían ropa de color blanca, parecía ser esa la ropa de entrenamiento.

Aquella ropa de la que le había hablado Krest, aquella ropa que él vestía en estos momentos.

Krest le había indicado el camino para llegar a este lugar y le había dado una muda de ropa diferente para que pudiera entrar en este lugar.

Le había pedido que le acompañara pero el se había negado. Recordo sus palabras.

-no puedo acompañarte niño, pues el llevar niños al santuario ya perdió sentido para mí. Además ese deseo de encontrar a aquel niño no es mío, ese deseo solo pertenece a los Escorpiones, solo te pertenece a tí, es por eso que ve y encuentralo-

Suspiro, él realmente no había entendido ni una sola palabra de lo que Krest había dicho.

A continuación no supo muy bien que sucedio.

Había llegado a un lugar donde los niños se estaban golpeando, pensó a simple vista que se trataba de unas peleas aunque no sabía cual era el motivo de que muchos niños se pelearan, pensó que por el dinero o por la comida.

Fue un idiota al caminar por el lugar donde se encontraban peleando, cuando se dio cuenta se golpeo mentalmente.

Debía seguir las instrucciones que Krest le había dado no intentar unirse a las peleas.

Pero fue en ese momento.

Un puño se dirijió hacía donde se encontraba.

Agradeció sus buenos reflejos y su velocidad que le permitieron tomar el puño con una mano.

Con sorpresa observo el rostro de aquella persona que le dirijía una mira llena de desconcierto y sorpresa.

El día en el que te entontre....

Sus cabellos eran verdes, sus ojos de color morado, piel de porcelana.

-Degel-

Tonto deseo (Lost Canvas)Onde histórias criam vida. Descubra agora