Verdades

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Siempre había odiado las clínicas, en especial la UCI. Su olor, sus colores, las expresiones en los rostros de las personas, el lavado de manos tan exhaustivo. Odiaba ese ambiente, y no podía creer que lo estaba volviendo a experimentar en ese momento. 

Solo se permitía un visitante a la vez, así que entré de primera. Tendría solo diez minutos para verlo y hacerle saber —si era posible— que estaba con él; que lo acompañaría en todo este proceso, y que lo amaba.

Abrí la puerta del cubículo con cautela y los ojos se me llenaron de lágrimas al verlo ahí, lleno de cables y aparatos. Me acerqué y le di un casto beso en sus labios. No sé si fue impresión mia pero me pareció que sonrió, así que le sonreí de vuelta.

—Hola Matías.

No sabía qué más decir. Siempre me había parecido ridículo hablarle a una persona que no podría oirme.

—Él puede escucharla —Una enfermera había entrado a la habitación, y dejando unos utensilios médicos sobre una mesa, me sonrió.

—¿Está segura? Me dijeron que está en coma.

—No estoy segura, pero llevo más de veinte años trabajando en cuidados intensivos y he visto verdaderos milagros ¿crees en los milagros? —Su voz era dulce y su rostro amable.

—No. Nunca he visto uno, no creo que existan.

—Mira, he visto pacientes despertar de su estado de coma después de varios días. Algunos no recuerdan nada, pero otros han sido capaces de saber exactamente quién los ha visitado y lo que les han dicho. Tal vez tu novio se recupere más rápido si lo alientas a mejorarse. El amor es el mejor tratamiento.

—¿Cómo sabe que es mi novio?

—Me lo dijo la forma en que lo miras.

Sonreí. Era cierto que debía ser muy notorio todo lo que mis ojos expresaban al ver a Matías. Llevábamos muy poco tiempo juntos pero era lo más importante para mí.

La enfermera salió del recinto y al volver a quedarme sola, empecé a acariciar su cabello. Su suavidad me hizo estremecer. Tenía una barba incipiente, que decidí que afeitaría en mi próxima visita.

—¿Sabes qué? —susurré—, el doctor nos dio un pronóstico muy bueno sobre tu estado. Dice que vas a tener que ponerte en tratamiento pero la buena noticia es que yo te voy a acompañar durante todo el proceso. Tomaré las vacaciones que me deben desde hace tanto para ver tus progresos y tu empeño, el que sé que le pondrás, como le pones a todo lo que haces. Tus padres llegarán mañana y afuera están Antonio y Lily que también quieren verte.

Eso me hizo recordar algo. Desde que entré al cubículo no había pensado ni un momento en la extraña e incómoda situación que se debía vivir en la sala de espera. Lily enterándose de que su novio es casado; peor aún, conociendo a su esposa. Claudia hablando frente a frente con la amante de su esposo. Antonio sin tener ni idea de qué hacer, tratando de que nada fuera muy evidente.

«Ay, Antonio, en qué buen lio te has metido» 

El tiempo estaba pasando muy deprisa y ya tenía que salir para que Antonio entrara a saludar a su hermano.

Le di un último beso a Matías y me dirigí hacia la sala de espera. Mientras caminaba por el pasillo decidí que no podía posponer más la charla con Lily, aunque lo más probable es que en ese mismo momento estuviera encerrada en uno de los baños, llorando por lo que acababa de descubrir, o se hubiera ido para su casa.

Claudia, Antonio y Lily voltearon el rostro hacia mí cuando entré a la sala de espera.

Me acerqué al hombre que estaba notablemente nervioso para indicarle que ya podía ir a ver a su hermano. Le pedí a Lily que me acompañara al baño y cuando ésta se levantó de su asiento, Claudia le dedicó una mirada asesina.

No Quise Vengarme De TiWhere stories live. Discover now