4: Celos.

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Varios días habían transcurrido desde la llegada de Mizuki al palacio, tiempo en el cual la joven princesa había compartido tiempo con Zuko y Azula, así como Aang y el resto de sus amigos.

Además de eso, la joven chica había estado investigando sobre algunas posadas de la capital de la nación, sin embargo la muchacha no había hallado una que realmente le agradara, algunas de ellas se hallaban algo apartadas de las zonas principales de la ciudad, y otras eran demasiado costosas como para costearse una hipoteca en dichas posadas, y luego de su despertar, lo cierto es que no tenía mucho dinero.

Aquel día Mizuki se hallaba en una de las cercanías del palacio, un pequeño jardín que hace poco habían empezado a construir en la parte trasera de este, todo bajo la vigilancia de Zuko y el tío Iroh, quienes deseaban deshacerse de aquel ambiente sombrío y árido que durante mucho tiempo había predominado en la Nación del Fuego.

De camino al jardín se encontraba Zuko, en busca de la princesa agua, al llegar se encontró con las chicas, quienes conversaban amenamente y en total tranquilidad, sin llegar a notar como el Señor del Fuego las observaba desde lejos.

El azabache miró con una sonrisa a Mizuki, aquella chica de cabellos albinos que tenía la capacidad de soportar con paciencia a su hermana, y que hasta el momento había mantenido la compostura ante los desplantes de Mai.

Si no fuera por el hecho de que la kunoichi era una persona particularmente fría, estaba seguro de que la joven se habría dado cuenta de que aquella palabras y desplantes eran totalmente premeditados.

Sin embargo, una sonrisa dulce se formó en su rostro al mirar a la joven princesa; aquella chica era realmente dulce y risueña, a pesar de todo lo que había sucedido y del hecho de ya no saber nada acerca de su familia.

Con pasos ligeros pero firmes se fue acercando a las muchachas, aún sin apartar su mirada de la maestra agua, quien reía mientras jugaba con el agua de una fuente. La primera en notarlo fue Azula, quien observó detalladamente como su hermano no dejaba de mirar a la joven de cabellos albinos sin que esta se diera cuenta.

Una sonrisa malvada se formó en su rostro al saber lo que estaba pasando, aún antes de que el mismo Zuko lo notara.

Oh, definitivamente, como se iba a divertir fastidiando a Mai...

Finalmente, Zuko se acercó a saludar.

— Buenos días, Mizuki -saludó con amabilidad para a continuación dirigir una mirada de reojo a su hermana, quién aún mantenía aquella extraña (y perturbadora) sonrisa en el rostro- hola, Azula.

— Oh, buenos días, su majestad...

Él se rió un poco.

— Mizuki ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me trates de usted? Dime ¿Cómo se encuentran?

— Eh, bien... Zuko... -dijo la chica con timidez y las mejillas arreboladas.

Ante la actitud de la muchacha de ojos plateados, Azula no pudo evitar ensanchar todavía más su sonrisa. a/¡Aquello era demasiado obvio (y fácil) para la maestra fuego! ¡Ja! Realmente iba a disfrutar esto.

A lo lejos vió como la novia de su hermano se iba acercando hasta donde ellos estaban, seguramente buscándolo, mientras que él y Mizuki mantenían una conversación, a la cual en realidad no le estaba prestando mucha atención, ya que en su mente se estaban entretejiendo varias ideas con las que estaba segura se iba a entretener mucho.

Cuándo esta finalmente llegó hasta ellos, Mizuki guardó silencio mientras que bajaba la mirada, aquella joven siempre estaba rodeada de un aura que a la muchacha le transmitía un mal presentimiento, provocando que un hueco se hiciera lugar en su estómago y los nervios la atacaran, como si sus instintos le estuvieran advirtiendo que se mantuviese lejos de ella.

Enseñandote a querer (En edición)Where stories live. Discover now