Capítulo 18

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—Oye Princesa, ¿no se supone que deberías estar durmiendo? —Adrian rompió el silencio, gracias a Dios

—Ah, si, pero... prefiero estar despierta platicando con ustedes, a estar durmiendo, además no tengo sueño gatito —Marinette le sonreía mucho a Adrian, se notaba que se querían, me recordaban un poco a Tikki y a mi cuando éramos humanos como ellos

—Pero usted señorita tiene que dormir bien, a partir de ahora recordaré no darte helado antes de que anochezca —Adrian se acercó a Marinette mientras hablaba, y ella solo se ponía más roja cada vez

Voltee a mirar a Tikki, la veía sonriendo con la boca, pero con los ojos se notaba su tristeza, yo también extrañaba esos días en los que Tikki y yo paseábamos juntos... y también extrañaba a mi hermano... igual que ella extrañaba a la suya.

—Oye, a mí me encanta el helado, no me lo puedes prohibir —Marinette hacia un pequeño puchero

—A este paso me van a quitar el hambre de por vida —hice un tono de asco, detestaba ver lo que ya no podía tener

Tikki se rió, los otros dos también, pero me sorprendió que Tikki se riera.

—Vamos Plagg, dejemos a las dos señoritas dormir —Adrian se levantó y se me acercó —mañana volveremos —le guiñó un ojo a Marinette y ella sonrió

—Mientras antes mejor, creo que el aire de amor aquí me asfixia —trataba de comportarme como siempre, aunque ahora era difícil con Tikki mirando

Salimos del cuarto de Marinette y cuando Adrian estaba a libro de saltar del balcón, oímos a Marinette.

—Adrian espera —Marinette volteó al chico y lo besó en los labios

A mí solo me giraron la cara y también me besaron.

No recordaba la última vez que había besado a Tikki, había sido hacia más de 1 siglo.

Se separó y volvió a meterse al cuarto de Marinette, yo sonreí para mí mismo.

Marinette y Adrian se separaron y entonces nos fuimos.

Quería volver a ser humano, para no tener que separarme de Tikki nunca más, pero era imposible, la única manera de hacerlo, era que una chica y un chico accedieran a ser kwamis para liberarnos a nosotros, y obviamente no íbamos a pedírselo a nadie, ni siquiera lo íbamos a mencionar.

Pero ser un kwami no me iba a impedir amar a Tikki para siempre.

Me enamoré de un engreídoWhere stories live. Discover now