Parte 1 Sin Título

4 0 0
                                    

Siempre he sentido que nada es suficiente, y que mis deseos van más allá de lo que mis manos pueden alcanzar y superan la capacidad que mi cerebro puede almacenar.
De igual manera era la pequeña habitación que debía compartir con una docena de personas que conocía a medias (y tenía la impresión de que lo que conocía de ellas eran mentiras para distraerme) pero que juraban ser, junto a esa caja en la que convivíamos, todo lo que tendría y necesitaría.

Pero esa ventana pequeña que se encontraba en el centro de una pared me llamaba susurrando en sueños, afirmándome que debía salir y que había un sinfín de cosas de las que me estaba perdiendo. Mi ansiedad comenzó a aumentar desde el último día en que conmemoraron que mi tiempo, en lo que fuera esa tierra que no podía conocer, se estaba acabando. Mi único escape tanto despierta como dormida era una hoja arrugada que había encontrado en un estante vacío y polvoriento. Suponía que esa hoja era lo único que había quedado de lo que habían sido libros antes de ser usados para crear una hoguera, y me daba la impresión de que "algo" me hablaba a través de ella, aunque en el fondo sabía que pensar en eso era solo un consuelo para mi soledad. Esta hoja tenía una obra de arte llamada "Another World" de M.C Escher. Ese o esa debía ser una persona, y seguramente había dibujado lo que veía.Allá afuera debía ser todo así. Y desde que me di cuenta de esa verdad, todas las noches salía de la habitación en mis sueños y me encontraba encerrada de nuevo en esa caja con diferentes dimensiones. A veces yo miraba desde arriba, otras veces contemplaba desde abajo como si estuviera encerrada en un pozo y otras uno de esos pájaros extraños me miraba directamente. Tal vez dependía de mi humor, aunque podía jurar que todos los días me sentía exactamente igual: muerta.Las 12 personas con las que compartía esa habitación dormían 22 horas al día. y las restantes 2 se contaban cosas que a mí nunca me habían llegado a interesar hasta ese momento en que comencé a dormir más de lo que debía para salir de allí. Comencé a preguntarme qué soñarían esas personas que se hacían llamar mi familia. ¿Verían otros mundos? ¿Verían algo que mi limitado intelecto no podía dilucidar? Tal vez ellos tenían más respuestas o tal vez solo eran unos mediocres glotones. Y recordé una conversación que tuve a mis siete años con una mujer a punto de morir. Me dijo que cuando todos ellos dormían, veían a Dios y sentían que estar encerrados allí parecía valer la pena porque eso era lo que él y todos los factores influyentes en nuestro destino buscaban. ¿Por qué? Quién sabe, pero se sentían útiles, como si ayudaran a alguien. Y sentí envidia de ellos porque no había un día, desde que tenía memoria, en el que no me sintiera aburrida, inútil y ansiosa por el día en que llegara este ente vestido de negro para llevarse lo que fuese que me mantuviera despierta. Una noche de esas que desperdiciaba en la obra de arte de quien fuera Escher, caminando por el balcón de donde colgaba un cuerno decidí sentarme sobre él y columpiarme. La velocidad aumentaba y sentía que no podría agarrarme de él y morí. Digo, caí en un cráter y se sentía como si hubiera roto cada hueso de mi cuerpo y se me dificultaba respirar. Todo era una ilusión, claro. No debías salir de allí, dijo mi subconsciente o eso parecía porque, ¿Quién más podría estar allí?Pero no dimensionaba lo sorprendente e infinito que era el universo hasta que vi unos ojos verdes inyectados con terror. Me apuntaba con una piedra aunque podía ver que no quería hacerme daño. No pude evitar reír de ternura y nerviosismo porque jamás había conocido a nadie fuera de la habitación en la que me encontraba dormida. Todo podía ser un sueño, pero podía no serlo.

—No quiero hacerte daño...— Soné algo dubitativa y en verdad deseaba que ese muchacho confiara en mí —Ni siquiera sé dónde estoy. Nunca lo he sabido, ni siquiera estando despierta.
— ¿Qué?
— Nada. ¿Qué es este lugar?
Enarcó una ceja y miró a su alrededor como si por primera vez se hubiera dado cuenta de que existía en un mundo. Sus ojos parecieron iluminarse, aunque podía ser el reflejo de una estrella muy brillante.
— No... no sé — Cayó sentado y parecía atolondrado, pero tuve el presentimiento de que eso era algo bueno. Sentía curiosidad por su mundo.
— ¿Nunca te lo has preguntado?
—Estaba muy ocupado sintiéndome solo e incompleto. Y los libros que tenemos nunca tratan ese tema.
— ¿Tenemos? — Estaba comenzando a pensar que él estaba solo, pero ¿Cómo habría aprendido mi lenguaje sin interactuar con otros?
—Sí, en mi extraño hogar. ¿Tienes un hogar? — Su voz sonaba pesarosa, como si sintiera más pena por mí que la que yo me tenía.
—No lo creo... no se siente así. También estoy sola.
— Sí sonabas algo sola dentro de esas paredes— Dijo, señalando el lugar detrás de él al que acudía cada noche. Algo me decía que no volvería allí, que ya había dado un paso afuera de algo que me detenía.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 16, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Platónico espacialWhere stories live. Discover now