03.

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Mark bostezó y se estiró como pudo. Su muslo iba a entrar en espasmos y su cuello tenía un calambre. Su cadera golpeó contra Johnny, durante la última hora, habían cambiado de lugar para sentarse junto a la pared frente a la puerta.

Expulsó su aliento y vio una nube atrapar el polvo en el aire.

—¿Quieres una nueva ronda de I-Spy?

Johnny lanzó un gruñido. Mark ya sabía que eso significaba: 'No, gracias'. Bueno, eso era lo que él suponía. Cuando ellos se encontraron aquí, solo había recibido palabras hostiles. Una hora o más después de eso, sonaba como: 'Tal vez hay algo más sobre ti, algo mejor, de lo que yo pensaba'. Por ahora, con los dos aburridos y con calambres en diversos músculos de sus cuerpos, Mark personalmente deseaba que la actitud de John cambiase a: 'Te traté como una mierda, Lee, pero ahora estoy realmente deseoso de hacer las paces contigo'.

«Puedo soñar», pensó malhumorado.

Se retorció en contra de Johnny de nuevo. «Puedo hacer esto, ¿verdad?»

Nunca había estado tan cerca del mayor durante tanto tiempo sin que nadie quisiera mandar a volar a Seo, o desear darle una patada en el culo. Eso era bueno, Lee se dio cuenta. Se sentía extraño, correcto. Él sabía que las cosas estaban un poco calientes en sus pantalones y algo excitado también. Frunció el ceño ante sí mismo y trató de concentrarse para calmarse. Luego, el hombro de John Seo lo rozó de nuevo, y Mark comenzó a preocuparse por si la tensión lo hacía sudar haciéndole oler mal, si había suciedad por todas partes en su cara, o si las telarañas en su cabello podían parecer algo lindo o simplemente una mierda.

Todo eso eran un montón de tonterías, lo sabía. No debía preocuparse por su aspecto. Estaba bastante seguro de que John no lo molestaría por ello.

Suspiró profundamente. «Sí, puedo soñar».

John sintió la presión del cuerpo de Mark contra el suyo, pero ni protestó, ni se alejó. Tuvo que admitir que la idea de la ronda 79 de I-Spy no lo llenó de alegría, a pesar de las once marcas de uñas que había encontrado hasta ahora en el ámbito claramente limitado del armario, pero de una extraña e inesperada forma, estaba disfrutando al estar aquí, sentado con Lee, por su cuenta, sintiendo al otro hombre retorcerse contra él, y sobre todo el momento en que Mark se apoderó de su hombro mientras él se movía en el espacio confinado tratando de ponerse más cómodo.

—¿Piedra, papel o tijera? —sugirió un poco tímidamente.

Mark frunció el ceño. —Nah. Lo hemos hecho cientos de veces. Mis dedos están entumecidos por eso.

Johnny se encogió de hombros. —El problema es que eliges 'piedra' en todo momento. —Era un juego ridículo, pero él lo había mantenido sólo por el placer de tocar la mano de Mark en cada jugada. «¡Buen Dios!», pensó, nervioso por la fuerza de sus sentimientos.

Tal vez uno podría volverse loco por el encierro, igual que por la incesante tortura de goteo de agua. Sin duda se sentía menos estable en ese momento.

—¡Ayuda! —gritó Mark de repente, en medio del oído de Johnny. Lo único que hizo que John no saltara en el aire con el choque, fue el hecho de que Mark había estado haciendo lo mismo cada diez minutos durante bastante tiempo. Sin embargo, el volumen de voz y el entusiasmo habían disminuido en proporción durante las horas que habían pasado.

Johnny negó sacudiendo su cabeza.

—Patético. Sabes que nadie puede oírnos. Gritar no va a hacerte ningún bien, salvo que te lastimes la garganta. —Asumió Johnny acercándose más ahora para beneficiarse del calor del otro hombre. Esa era la única razón, por supuesto.

In the closet | JohnMark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora