Rodar y rodar

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Otra vez, el mismo ciclo. Ella pasó del abrigo de la oscuridad, a la luz cegadora de colores, la música y el bullicio de la gente. Entonces aguardó, inmóvil, mientras sus compañeras eran obligadas a girarse, observadas con ojos calculadores y luego elegidas. Una a una. Por cada nuevo espacio libre en la hilera, llegaban más como ellas. Y las que se habían marchado antes regresaban por el túnel oscuro, también.

Alguien le dio una palmada, con torpeza, y no se molestó en mirarla demasiado antes de llevársela con él. Igual que siempre, todo era muy rápido, muy confuso. El calor de aquellas manos sudorosas. El vértigo de lo que seguía. Y el estruendo al caer sobre el suelo pulido, para deslizarse, rodar y rodar.

Todo el tiempo.

Y los demás, de pie, valientes, enfrentándose a su destino. Esperándola. Ella sabía que iba a ser horrible la explosión, que todos sobre aquel escenario macabro iban a odiar aquel momento. Afuera, el silencio tenso y las miradas del público tenían la fuerza de mil flechas. Una decena de mentes deseaban empujarla para verla salir por un costado, escaparse y arruinar el show. Una sola pretendía obligarla a seguir en línea recta, ir hasta el final.

Ella lo sabía. No necesitaba oírlos.

Lo peor era que el show no terminaba ahí, siempre seguía. Era igual, el mismo ritual violento repetido cientos de veces cada noche.

Por una vez, no iba a resistirse. Iba a ir directo al centro de aquella formación perfecta, para arrojarse a los brazos de la muerte.

Se dejó arrastrar por la inercia, la velocidad y ya no pensó en nada. El choque fue brutal, los demás salieron disparados a su paso y ella siguió girando, hasta el fondo. No se arrepentiría de nada.

Oscuridad de nuevo. Al fin.

Afuera, alguien gritó y festejó a los saltos. El marcador señaló el strike con una animación de lo más simpática y se cerró por un segundo la compuerta. Los nuevos pinos quedaron en sus lugares y, por el costado, llegaron más bolas desde el mecanismo subterráneo. Era el turno del siguiente jugador.


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Relato escrito para el reto diecinueve de ELDE: Escribe un relato cuyo personaje atormentado solo vea el suicidio como solución.

Quise hacer algo simpático, pero me salió medio turbio. En fin, no se podía evitar.

El fantasma en mi tinteroWhere stories live. Discover now