Capítulo uno.

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***

¡Ese maldito anciano!

La rubia soltó un bufido mientras soltaba su plato de cereales en la mesa de centro. Echó un vistazo hacía la puerta de la recámara de su mejor amigo y se preguntó cuando sería el día en que ese peliblanco dejara de llevar a cada chica e intento de mujer a su departamento.

Si, estaba entre los acuerdos de convivencia, pero, ¡Vamos! Ella no tenía la mínima idea de que noche tras noche llevaría a una joven nueva por un polvo rápido.

Elsa estaba segura de que Jackson Overland Frost se había acostado con medio Nueva York, aunque no le sorprendería que fueran más.

Estaba hasta la coronilla de eso. ¡Era un viernes por la noche, dios santo! Lo único que quería era llegar de la universidad y poder tomar una ducha en su bañera sin necesidad de usar tapones para los oídos.

Casi podía jurar que escuchaba la cadera de la joven golpear con la de ese imbécil. Plop, Plop. Un escalofrío recorrió su cuerpo antes de que pudiera notarlo.

– Ah, si... ¡Oh, Dios! ¡Si~!

¿Alguna vez podría traer a una sordomuda al departamento? Enserio, ¿sería mucho pedir?

No lo creo.

– ¡Más, si, Más!

¡Crack!... Joder, ¿Alguna vez podría colocar la cabecera de su cama de modo en que no hiciera tanto ruido?

Enfadada, la rubia intentó concentrarse con todas sus fuerzas en el televisor de plasma enfrente suyo y se llevó una cucharada más de cereal a la boca.

-...Es oficial, odio mi empleo. No soy periodista, soy solo una mujer que sale por las noches a asustar a las personas, ¡soy la macabra del teleprompter!--

— ¿Te gusta así? —preguntó la voz de Jack, la cual sonaba amortiguada por la puerta de madera que los separaba. Pero que, de cualquier modo, Elsa pudo percibir. Y tampoco pudo evitar notar lo sensual y cargado de deseo que fueron dichas las palabras.

¿Que mierda estaba pensado en el momento en que aceptó compartir departamento con un libertino sexual del calibre de Jack? Era su mejor amigo, pero, no podía aguantar más todo eso.

Apretó los labios sin poder evitar soltar una mueca de amargura, y centró su vista una vez más sobre el televisor.

-... Barney, no te ofendas pero ese no fue un buen chiste--

— Oh, si.. Más rápido, más rápido –resonó la otra voz en un tono mucho más alto. Frustrando a la rubia aún más.

-... ¿Bromeas? Es un buen chiste. Fue astuto, divertido, hermoso. ¡El paquete completo! Es todo lo que temes querer... en un chiste--

— ¡Oh, Dios! ¡A-Ah!

¿Que mierda sucedía allá dentro? ¿Solo estaban teniendo sexo o la estaba descuartizando allí mismo? Porque, demonios, ¡nadie gemia de ese modo!

Elsa empezó a sudar frío. Tomó el control remoto de la televisión y subió el volumen aún más. Y, definitivamente, no se dio cuenta que estaba temblando de rabia.

-.... Creo que estoy enamorado de Robin--

Y como si Jack hubiera escuchado el sonido del programa y supiera las penurias que la rubia estaba pasando, aparentemente se aplicó más en su trabajo. Y comenzó a hacerle solo-Dios-sabe-que-cosas a su compañera de esa noche, quien gimió tan fuerte que pareció ahogar la voz de el personaje favorito del programa que Elsa miraba.

Cómo vivir con un Frost, y no morir en el intento [Jelsa]Where stories live. Discover now