Capítulo X No me pidas hacer una locura

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"Un ataque..."

En los escasos y tensos segundos cuando el sujeto fornido los apuntó con su arma, Mahiru miraba a Kuro empuñando la suya.

" Kuro tendrá otro ataque si los mata"

Kuro sufría de algún trastorno. Sus ojos, las muecas en sus facetas y el leve temblor en sus dedos le decían -y le confirmaban- que Ash no quería, ni podía, matar a esas personas. Al menos, no si las veía directamente.

Porque hace un tiempo atrás, en los archivos de su antiguo hospital, había leído de un caso parecido. Un soldado se volvía loco si veía sangre y había atacado a una enfermera cuando ésta intento sacar una muestra de su ADN.

Si tomaba ese concepto a prueba, ¿Es posible que Kuro pierda la razón si se enfrentaba a un escenario parecido?

¿Sangre, o matar? No sabía cuál de las dos sea el detonante, pero tampoco quiere dejar que Kuro sufra de otra culpa. Si puede evitarlo. Si puede negarle a Kuro el ver, entonces él será sus ojos y cargará con ese pecado encima.

Porque necesitaban salvarse.

Por ello, aun cuando su cuerpo no respondía del todo, hizo un esfuerzo sobrehumano y rodeo el cuerpo de Ash por la espalda. Con sus manos entumecidas y un extraño dolor en sus brazos, tapó la visión de Kuro en el segundo en que él jaló del gatillo, y la pequeña contienda terminó en un abrir y cerrar de ojos.

Una rozadura en la mejilla derecha de Shirota fue el impacto de la bala del sujeto que logró disparar... y fallar al momento de caer al suelo con un agujero en su ojo izquierdo.

El viejo miró estupefacto el suelo manchado de sangre, y luego a ellos totalmente atemorizado.

— Apúntame al que queda.

La voz de Ash fue el último aliento que percibió el adulto cuando Mahiru guió con una de sus manos la Switzerland, y bajar la mirada cuando Kuro volvió a disparar.

El fusil de Ash tenía integrado un silenciador. Apenas si percibió el sonido de la bala y el grito ahogado del señor cuando Mahiru sintió el bufido de los labios de Kuro.

— Esta bien, Kuro— Shirota le susurró mirando el suelo y con su barbilla apoyada en el hombro de Ash — No fue tu culpa. Nada de esto.

Sentía algo extraño en el pecho. Mahiru entendió enseguida que era culpa. Por primera vez había fallado a su ideal de salvar vidas, y ahora un extraño remordimiento le revolvía el estómago. Pequeño, y punzante...

— ¿Cómo supiste?

Shirota cerró sus ojos al comprender la verdad detrás de esa voz titubeante. No había errado, Kuro se descontrola si ve a quienes mata.

— Hubo un paciente en mi hospital con las mismas actitudes que las tuyas. Si veía sangre, se descontrolaba y atacaba a todos.

— Yo no me descontrolo con la sangre.

Esa confesión le sorprendió, y sintió una mano de Kuro en las propias. Aun seguía tapándole los ojos, y se sintió débil a la fuerza del agarre de los dedos de Ash.

— ¿Entonces? — le animó a declarar en un susurro.

— No sé cómo explicarlo. Pero no creo que ahora sea el momento de hablar de esto. Tenemos que irnos Mahiru— Shirota asintió. No era el momento ni lugar para hablar de traumas. Al menos, no aún.

— Mi cuerpo no está reaccionando muy bien, Kuro — Como respuesta, Ash se levantó cargándolo en la espalda, y Mahiru sonrió quedamente — A tu derecha, a unos tres pasos está tu abrigo y bufanda.

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