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Creí que tenias prohibido la tecnología, al menos hasta que tu diagnóstico sea concreto.

Déjame en paz.

Además, yo pago el Internet.

Eres un inconsciente e inmaduro, esto es delicado hasta que te den indicaciones.

Disculpa por preocuparme por ti.

Deja de responderme los mensajes entonces.

Bien, adiós.

Abandoné la conversación y acto seguido también abandone el ordenador. Inconscinti i inmidiri, sí cómo no.

Es curioso que antes de que Bárbara llegué, yo esté aquí, mirando todo desde la ventana de mi departamento, como en aquellas películas que tanto te gustaban ¿recuerdas? Esas con historias reflexivas y finales inesperados, me siento así, cómo un anciano que hace de su vida una narrativa melodramática mientras pone una mano en el cristal que lo separa del mundo, tan triste y sólo, lamentando sus errores. Admito que siempre preferí las películas de acción, donde había chicas sexys con armas y se escuchaban los sonidos de los huesos molidos en una pelea. ¡Que vida!

La pierna no me duele tanto, es decir, estando de pie se vuelve tediosa e incómoda, pero ya no me duele tanto; el antebrazo vendado nunca fue un estorbo, de hecho, nunca supuró y nunca intentó abrirse, supongo que eso es una buena señal. ¿Crees que deba utilizar un bastón para caminar?, por lo que supe, una parte metálica del auto se me enterró en el muslo y perdí demasiada sangre; alguna vez leí que los muslos son un buen punto de ataque entre bandoleros y pistolas, los hacia sangrar como puercos y, oh Dios mío, jamás creí que fuese tan cierto.

La mayoría de mi tiempo en reposo me la pasé sentado frente al televisor, viendo la pantalla apagada, deseando más que nada salir de una vez, salir a la azotea y comer de la carne asada que los vecinos organizan cada domingo por la tarde, tal vez hasta limpiar el departamento. Pero como sabrás, las recomendaciones que mi doctor me dio, fueron claras: dieta blanda, evitar hacer fuerza y cero estrés. Y aunque me gustaría refutarte cuánto te detesto por eso, sé que al instante estaría pidiéndote perdón por ser tan duro. Admito que lo que trae Bobbi de comer no me quita el apetito y que tengo que comerme a escondidas lo que aún conservo en el refrigerador, aunque claro, no me puedo quejar, después de todo no es su obligación quedarse conmigo luego de todo lo que pasamos como una pareja casada.

Hacia un día magnífico, el sol teñía las aguas como llamas en el infierno y las nubes se tenían el mismo color; siempre te gustó sentarte en el pasto verde en el jardín de mí casa, decías que te gustaban los jacintos que mamá tenía alrededor, aunque yo sabía que tú siempre te sentías en contacto con la naturaleza cuando visitabas mi casa, eras como algún tipo de hippie vagano, aunque tú sí te duchabas, siempre. Ibas con el fin de ponernos de acuerdo de qué tema trataríamos en nuestro proyecto, aunque siempre que nos poníamos de acuerdo para reunirnos nunca hacíamos lo que teníamos que hacer, hacíamos y decíamos de todo, pero nunca discutíamos el tema que trataríamos.

- Escuché una vez que el paraíso es un infierno coloreado por la llama del cielo. - Me habías dicho, echándole una mirada al atardecer que se apreciaba desde la colina donde estaba mí casa, yo intentaba leer las cosas científicas que habías escrito como ensayo para la tarea. Había releído unas cuatro veces el mismo párrafo y seguía sin lograr centrarme en la lectura; levanté la mirada de la hoja y alcé ambas cejas antes de introducirme a una nueva conversación.

Ojos color sol || Hulkeye AUWhere stories live. Discover now