Capítulo 1 (Primera Parte)

1.6K 127 52
                                    

Primera parte: Los que caen

Como un infierno

—Hoy no es día de vampiros, chico —gruñó el gorila—. Vuelve otro día cuando cumplas las normas.

La larga fila de espera en la que aguardábamos soltó una ola de exclamaciones ante el espectáculo. Presencié reiterada maldiciones mientras comenzaba a cansarme de la espera, ¿es que no podían simplemente correrlo de la cola? Era el tercer chico que nos hacía perder el tiempo incumpliendo las reglas. Estoy segura que no fui la única que deseó darle un buen puntapié para apartarlo de la entrada.

—No soy un simple vampiro, tío —rebuznó el muchacho gestando una sonrisa maquinal en la que mostraba sus pequeños colmillos delanteros de plástico blanco.

Mi amigo Axel se echó hacia un lado intentando ver más allá de la docena de cabezas adolescentes que esperaban advertir algunos golpes o, como era usual en los domingos de octubre, grabar mínimo la patada de un guardia a uno de los tantos chicos que no cumplían las normativas para entrar en Mordida.

­—Mira, soy Drácula de Bram Stoker, ¿entiendes? —Él se dobló sobre sí, haciendo una ligera reverencia mientras su delgada capa de cuero se sacudía por el viento. Sus dientes, demasiado blancos, refulgían a la luz de las farolas—. Es muy diferente a un vampirillo común. Él es el rey. ­­

El chico tenía la cara blanca como la tiza, el cabello negro con gel encopetado hacia arriba. Axel se quejó entre dientes sobre su atuendo. Es decir, ¿quién se iba con un disfraz de vampiros cuando era día de hadas y elfos? Tendría que estar muy loco para creerse que se veía mono. Es más, parecía de la clase que esperarías encontrarte con barras metálicas en toda la cara. Si abría un poco la boca podía vislumbrar el destello de un piercing en su lengua.

Pese a todo era atractivo, no se podía negar. Bajo aquellas capas dobles de pintura blanca, quizás rondaba los dieciocho.

—Solo es plástico —siguió insistiendo él—. No es que en verdad fuera a chuparle la sangre a una hadilla de éstas o a matar a un elfo. ¿Por qué no me dejáis entrar, eh? Solo será por hoy. Prometo no volver más.

El guardia continúo negando hasta dar un paso más cerca de él. Aunque era el doble de su tamaño, el triple de alto, no se inmutó ante su cercanía. Cualquiera podría haber creído que era un emo con exceso de maquillaje, pero estando a las puertas del club era uno de los disfraces más normales; solo que no era día de vampiros. Y las reglas siempre eran las reglas.

—¿Esto es una broma? —rezongó Axel a mi lado provocando que diera un respingo sobresaltada. Tenía la boca arrugada, las gafas torcidas sobre el puente de su nariz—. ¡El tío lleva más de cinco minutos ahí parado y yo estoy que me quiero arrancar está piel verdosa!

Balanceé el peso del cuerpo en un pie. También estaba harta de estar esperando. Demasiado angustiada de que las delgadas alas de hadas pudieran romperse si me recostaba siquiera en la pared.

—Quizá no sea para tanto —musité, notando con vergüenza que algunos chicos se unían a la diatriba quejona de mi amigo.

Axel se dio la vuelta con el rostro crispado por la impaciencia. A veces deseaba que no fuera tan bocón, porque generalmente tenía la tendencia de irritar a las personas cuando decía las cosas sin filtro alguno. Eso, a menudo, nos terminaba causando problemas.

—¡¿Qué no es para tanto dices?! —Exclamó abriendo los ojos como esferas inmensas—. Te aseguro, Rías, que si ese chico fuera yo me habrían sacado de una patada de la fila antes de siquiera parpadear y solo porque no me veo tan guay como él. Es que, míralo, nada más. ¿Quién se cree que es? ¿Michael Jackson disfrazado de vampiro?

La dama más oscura ©Where stories live. Discover now