Muy sentida carta de despedida a mi querida máquina de escribir.

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No te voy a mentir, no recuerdo con precisión la fecha en la que entraste a mi casa respondiendo a una invitación directa de mi madre, quien se esforzó para que nos acompañaras a mi hermana y a mí a través del sinuoso y escarpado campo que fue la secundaria, el entendimiento que tuvimos llegó al grado de acompañarnos muchos años más, iluminado por las luces y oscurecido por las sombras de las asignaturas del CCH y los primeros semestres de universidad, para serte honesto no era por cariño que estuviéramos juntos, la escasez de metálico y el alto costo de las que entonces eran nuevas tecnologías, nos unían en codependencia.

Al paso de los años y a unas horas de nuestra definitiva separación veo con claridad que nunca te di el valor que siempre tuviste, que jamás tuve la cortesía de agradecerte todo el puntual e incondicional apoyo que de ti tuve, fuiste la responsable directa de más del 50% de cada una de mis calificaciones, de las cartas que llegaron a manos de mujeres con las que buscaba tener una relación (del fracaso de esas aspiraciones tú eres totalmente inocente, te absuelvo de toda culpabilidad), las hojas que puse en tu rodillo era tierra fértil que araste con las líneas que una a una marcabas, las semillas que colocabas eran las letras que rítmicamente hundías con cada golpe que dabas al obedecer sumisamente todas las indicaciones de mis dedos, dedos que tú hiciste fuertes y coordinados.

En el recuento de nuestra relación veo que te salgo debiendo porque fuiste mucho más allá de tus deberes, ¿cómo olvidar que también disipabas el sueño que amenazaba con cerrar mis ojos y mi entendimiento al insistir con tu rítmico golpeteo? Que al mismo tiempo me daba a entender el avance y cercanía del final de mi trabajo.

Por favor no pienses que busco deshacerme de ti, nada de eso, por años tu lugar ha sido un rincón donde aparte del tiempo, la pelusa, el polvo, los cachivaches y trebejos se han posado sobre ti, cerrando el paso al mecanismo que hunde tus letras sobre el papel, ¿de qué le sirven las alas a una golondrina si no puede emigrar?, ¿De qué sirve el canto de un ruiseñor si no lo puede expresar? Aunque eres obsoleta y la lap top y la impresora te han desplazado, la juventud mantiene fuertemente unidas tus piezas y reaccionas de inmediato al igual que una mujer sensible al roce de los dedos.

Hoy partes de ésta que ha sido, es y será tu casa, pero tu destino no es el fierro viejo, ser un adorno o una pieza de museo, te vas a dedicar a la ciencia médica en el consultorio del facultativo más humano que conozco, su corazón es tan grande como su honestidad y conocimiento de esa noble profesión, imagínate qué tan grande es mi gratitud y confianza en él que te entrego en sus manos, y piensa qué tan valiosa eres para mí que no cobro un solo centavo, no alcanzaría a cubrir en su totalidad lo que vales en mi vida.

Te deseo mucho éxito, se que no vas a fallar y me quedo con la satisfacción de saber que facilitarás a los angustiados pacientes al conocer con claridad el nombre de los medicamentos, su dosis a administrar y el tiempo que durará su tratamiento, además de tener los cuidados para recuperar su salud.

Se que te volveré a ver cuando visite el consultorio, sólo espero que sea dentro de mucho tiempo y no de manera frecuente, que tus letras se conviertan en el mapa que lleve a los enfermos a recuperar su salud.

Con profundo afecto y gratitud

Gabriel Solís Tobón.    

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⏰ Last updated: Aug 01, 2017 ⏰

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