Crónicas de una ciudad muerta

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Deambulando por las iluminadas calles del centro de una ciudad corroída por el desempleo, la corrupción, el odio y la monotonía, preguntándome ¿Qué hace un infante pidiendo limosnas?

Cuando la noche cae en la ciudad muerta, los pecados recorren las avenidas, disfrazados de gente con cara de dolida; al doblar en las esquinas te encuentras codicia, perversión, egoísmo y mentiras que se apoderan de los corazones de las personas ignorantes que tuvieron mala suerte.

Mujeres hermosas, que en las luminarias buscan un pan para meterse en la boca, pero a cambio otros labios saborean un pan de perversa carne.

Jóvenes esclavos de las drogas, se camuflan a esperas de un incauto, para despojarlo de todo objeto preciado posible y así saciar su sed de alucinógenos.

Ancianos, enfermos, pobres, que con papel periódico intentan cubrirse del frío voraz que azota a los desamparados, que yacen dormidos bajo los gigantescos edificios bancarios.

Gente que ha perdido todo rastro de esperanza, víctimas de las miradas, burlas, susurros y egoísmo del prójimo; mendigando una moneda para comprar un vaso de café a los búhos vendedores en los parques.

Pequeños niños que caminan descalzos, con tierra en sus manos, con cansancio en sus hombros, sin educación en sus cerebros y con miradas que expresan ilusión y odio al mismo tiempo; presas de los depredadores nocturnos, que se desplazan en autos lujosos, con regalos en mano, en busca de inocentes pequeños para saciar su hambre de inocencia.

Ciudad de brillantes luces, ciudad de muerte sin resurrección.

Al amanecer, los días son grises y opacos. A pesar de ser un nuevo mañana, allí persisten las prostitutas, los desamparados, los niños, los ladrones, los depredadores, pero son invisibles.

Nadie los ve, pasa la clase media a su lado, con la arrogancia del que tiene poco, pero del que por lo menos tiene, sin saber que en un momento de mala suerte, pueden terminar como sus prójimos invisibles.

Los rostros de los desvalidos, no tiene expresión; la tristeza es muy pequeña para lo que sienten, la alegría es un gran mito, el odio, ¿Para qué? Los demás no tienen la culpa de que ellos estén allí, no hay porque odiarlos.

Para ellos pareciesen que los días no avanzan, todas las albas y crepúsculos son iguales; menos navidad, ni fin de año. En esos días comen más, algunos, de ahí, el resto de los días son iguales. La amabilidad de los hijos de Dios se esfuma al culminar diciembre, volviendo a ser hijos de Lucifer.

No hay arrogancia más grande que la de las personas de clase media, los pobre no pueden darse tales lujos como la arrogancia, ¿De qué se pueden jactar, de tener una hoja más de papel para cubrirse en la noche? No hablemos de los de la clase alta, el altruismo llega junto con el dinero, a veces. Los de clase media, viven abucheando al pobre, porque tiene miedo a llegar a ser como ellos, se burlan sólo porque ellos pueden entrar a un centro comercial y ser la familia *"Miranda", porque pueden cenar en el restaurante de la esquina y pagar el pasaje de un bus.

No existe mayor miseria que la del que vive inconforme.

Y, después de tanto delito y pecado ¿Dónde están los policías? Dormidos, con orejeras hechas de los billetes que ganan de la corrupción, arropados con las sábanas cocidas con los hilos de esperanza de los que murieron a esperas de su auxilio, con los ojos cerrados, producto de la trágica ceguera que produjeron unas cuantas brillantes monedas, dadas por algunos beneficiados.

Ciudad brillante, ciudad de egoísmos, de ciegos pecadores y falso adoctrinage. Ciudad muerta.

Día a Día, en los diarios manipulados por los grandes panzones dueños de la información, que sólo sirven para llenar de mentiras y miedo las cabezas de las personas, titulares como: "Aparece muerto a las orillas del río", "5 muertos fueron los resultados de un asalto", "Muertos tras secuestro", "Padre viola a su hija", "Robo", Secuestro", "bla bla bla, muerto", "Satanás ya viene" y el más importante de todo el diario, el título por el que todos leen si quiera el periódico es, "Tal famoso se va a casar, ¿Cuándo terminarán?, Títulos que son distractores, para que la gente no se percate de la miseria en la que viven.

Un himno al ritmo del triste blues, se toca en la calles; con los coros de las súplicas del pueblo, con la percusión de los golpes de las autoridades hacia los protestantes, con las armonías de los niños, que ruegan que el odio pare ya.

Las noches caen como el invierno en la edad media, son mortales para cualquier incauto que se encuentre fuera de su guarida.

¡Oh!, ciudad de luces brillantes, ciudad muerta.

Así como las farolas iluminan tus noches, ilumina los corazones de tus habitantes; dales esa luz que necesitan para encontrar su camino, para encontrar la salida de su sufrir.

Ilumina las frías noches y conviértelas en días cálidos, para los niños que trabajan en las mañanas.

Brilla tanto, para que obligues a los que permanecen con los ojos cerrados a despertar y ver lo que viven.

Porque aún hay luz en la ciudad muerta, aún hay amor y esperanza, aún hay redención, aún hay...resurrección.

Brilla y no dejes de brillar, porque si por lo menos logras iluminar el corazón de un ciego, los demás lo verán.

No importa que un ser inerte tenga que dar un ejemplo, a veces es necesario, porque ningún ser vivo lo puede hacer.

Ciudadano de la ciudad muerta, brilla y no dejes de brillar. Se esa luz que necesitan los demás, ayuda a revivir a tu ciudad.

Brilla como el sol y no como el fantasma de una estrella muerta.

CRÓNICAS DE UNA CIUDAD MUERTAWhere stories live. Discover now