Capítulo 21

4K 294 42
                                    

No podía abandonar la escuela, así como así. Tenía clases a las cuales acudir, exámenes que presentar, asegúrame de tener los puntos suficientes para aplicar a la beca de la universidad. Pero también sabía lo peligroso que era quedarnos en la ciudad, que tal vez pudieran conectarlo con su padre y lo buscaran, queriendo y exigiendo que le pagaran el maldito dinero.

- ¿Y si llamamos a la policía? — Pregunto. Él está al lado de mí en la cama, ya había hecho las maletas y estaban en un sofá de la pequeña sala.

- Lo haremos en cuanto estemos lo suficientemente lejos. — Asegura. Me rodea con los brazos y deposita un suave beso en mi cabeza. — Primero tenemos que estar seguros.

- ¿Qué le voy a decir a mi madre? — Susurro, preguntándome más a mí misma que a él.

- Puedes decirle que te pidieron una segunda cita en la universidad, que tienes que regresar a San Francisco. — Dejo escapar un suspiro y me acurruco entre sus brazos, escondiendo mi rostro en su pecho e inhalando su aroma con mi nariz.

Había tantas cosas que estaban mal y no podíamos hacer nada más que huir. Y una cosa que me aterraba demasiado era su padre, no tanto porque él haya regresado, sino porque estaba enfermo y moriría pronto. ¿Qué impacto podría tener aquello en Asaiah? La persona que más daño le ha hecho había regresado solo para lastimarlo más.

¿Y qué pasaría cuando ese día llegara? Que sería dentro de no mucho tiempo. Yo aún recuerdo lo doloroso que fue perder a mi padre, lo doloroso que es saber que no podré compartir mi vida con él. Pero con Asaiah todo era distinto y yo no era capaz de predecir lo que iba a pasar. No, no había manera.

Asaiah me despierta besándome en la frente. Es muy temprano en la mañana, aún esta oscuro afuera. Me levanté a tomar una ducha caliente, después de terminar me uno a él en la cocina y por la ventana ya comienzan a entrar unos rayos de luz de mañana.

Tomo mi taza de café y me siento al lado de él. Normalmente no tomaba mucho café, pero Asaiah toma una taza cada mañana y siempre tenía una preparada para mí. Al principio me costaba terminarla, pero ahora necesitaba del café en la mañana.

Pasa un brazo detrás de mí y lo deja reposar en mi cadera, asegurándose de tenerme bien cerca mientras bebemos el café matutino. Antes de terminar se acerca a mí y me besa en la mejilla, apartando un mechón de pelo húmedo con sus dedos.

- Chris, te prometo que todo estará bien. — Asiento y una finjo una sonrisa. — Voy a protegerte, no voy a dejar que te pase nada.

Eso lo sabía, sabía que Asaiah haría cualquier cosa para mantenerme a mí a salvo, pero lo que no entendía él era que yo lo necesitaba conmigo.

Un par de minutos después nos ponemos de pie, tomando todas nuestras cosas, listos para irnos a dios sabe dónde, aun no lo habíamos definido. Tal vez iríamos al norte, tal vez a Oregón o tal vez más lejos, a Seattle. Cualquier lugar que estuviera lejos servía. Aunque lo cierto era que yo estaba cansada de huir.

Asaiah se dirige a la puerta y la abre para mí. Nos dirigimos a la camioneta y mientras yo me subo al asiento del copiloto, él guarda todas nuestras cosas en el maletero y sube a mi lado después. Yo tengo una manta sobre las piernas, en caso de que decidiera dormir en el camino y una almohada para apoyarme.

Enciende el motor y de repente escucho un segundo sonido más fuerte, ambos miramos hacia ambos lados y un par de camionetas negras, las mismas que había visto antes, llegan a toda velocidad por la calle, una de ellas frena justo detrás de nosotros, bloqueándonos cualquier salida.

- ¡No, no! — Los músculos de Asaiah se tensan mientras mira por la venta, calculando su próximo movimiento.

Escucho como se abre una puerta y de una camioneta descienden unos hombres, que se colocan a cada lado de nosotros, justo enfrente de las puertas.

Ángel - (Tercera parte de Bestia)Where stories live. Discover now