S I E T E

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La brisa se intensifica ligeramente provocando que mi cabello suelto se alborote. Admiro gustosa el cielo que, generosamente, se encuentra lleno de múltiples estrellas brillantes. Podría ser una noche perfecta; tal vez lo es, sin embargo, la inquietante sensación que guardo en mi pecho no me permite convencerme del todo.

Miro a Cleyton que sigue fascinado contemplando las estrellas a través de los binoculares que trajo.

-Es tarde -pronuncio en voz alta pero él no parece escucharme. Vuelvo a hablar en un tono más alto: -Creo que ya deberíamos irnos.

-¿Qué? -pregunta, aún, con la vista fija en el cielo.

-Que se está haciendo tarde y papá debe estar esperándome -rebusco en mi bolso mi celular y miro la hora- Son casi las 20:00 y le dije que estaría allí para cenar.

-Oh, sí -exclama, levantándose. Tiende una mano hacia mí y me ayuda a parar -, lo siento. El tiempo se me fue volando.

-Sí. A mí también. -Él me sonríe en respuesta y es una sonrisa muy bella.

De camino a casa el ambiente está muy tranquilo; las calles que tomamos están casi desiertas y no hay mucho ruido, a excepción del ocasional ruido de algunos coches al pasar. Cleyton no ha soltado mi mano desde que dejamos el mirador y se lo agradezco secretamente porque aún tengo esa fría sensación que ha estado acechándome desde que salí de casa esta tarde.

-Me divertí mucho hoy -dice Cley. Estamos frente a la puerta de mi casa-. En serio te extrañé mucho.

-Yo también -confieso y lo miro directo a los ojos. Esa simple acción hace que mi corazón de un vuelco y tengo que apartar rápidamente mis ojos de los de él-. ¿Quieres entrar? Papá no tendrá problema en que cenes con nosotros.

-Me encantaría pero le prometí a tu madre que iría al orfanato después de verte a ti.

-¿Mamá sabía que íbamos a salir?

Se encoge de hombros -Sí. Se lo comenté hoy en la mañana. Ni siquiera recuerdo cómo surgió el tema -ladea la cabeza-, ¿te molesta?

-No. -Doy dos golpes a la puerta y enseguida se escuchan pasos acercarse del interior- Nos vemos luego. Gracias por lo de hoy.

Antes de que pueda responder algo, papá se asoma a la puerta y saluda a Cleyton. Mientras ellos intercambian palabras yo aprovecho para adentrarme a la casa e ir al baño. Necesito mojarme la cara y tratar de sacar esta inquietud de mi pecho. Abro el grifo de agua y alguien toca la puerta.

-¿Todo bien? -pregunta papá desde afuera.

-Sí, papá, no te preocupes. Mi vegiga necesitaba entrar aquí.

-Oh, claro -ríe y lo escucho alejarse- lo siento.

Sumerjo mis manos en el agua y las llevo a mi cara. El agua le da un toque de frescura a mi rostro y resulta un ejercicio tranquilizante. Observo mi reflejo mojado en el espejo y aspiro profundamente antes de salir del cuarto de baño.

De Camino a mi habitación paso por la de mi padre que tiene la puerta entreabierta mientras se coloca su camisa del trabajo.

-¿Qué pasa, papá? -pregunto, abriendo un poco más la puerta. Ya tiene puestos el pantalón y los zapatos-. Pensé que hoy no te tocaba trabajar.

-Pensé lo mismo, cariño -responde, cerrando el último botón de su camisa-, pero ha ocurrido algo y tengo que ir de urgencia.

-¿Es grave?

-Eso parece. Pero descuida, estaré bien. -Sale de la habitación encaminándose a las escaleras y yo lo sigo. No entiendo por qué de repente la inquietud que tenía desde hace rato ahora se intensifica convirtiéndose en miedo. -Llamaré a tu mamá para que se apresure a llegar aquí -dice, como si sintiera que estoy asustada-, no me gusta que te quedes sola por las noches.

El secreto de Alicia JonesWhere stories live. Discover now