Prólogo

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- ¡No! -grito desesperada y lo aparto con un rápido empujón de mi cuerpo.

Empiezo a recoger rápidamente mi ropa que está toda tirada sobre el suelo. Las lágrimas no paran de salir de mis ojos y cada vez me siento más culpable de mis actos. No puedes cambiar el pasado solo con besos y caricias que no deseas, eso solo agrava el vacío que existe en tu alma. 

- ¡¿Qué te sucede?! -grita exasperado y se sienta sobre la cama mientras pasa sus manos sobre su rostro intentando entender mi comportamiento.

-No puedo hacerlo -digo sollozando con la mirada en el suelo mientras me abotono mis jeanes, ni siquiera puedo verlo a los ojos, la vergüenza me consume totalmente.

No sé qué carajos sucedía en mi cabeza cuando tomé esta decisión y entiendo si él ahora se siente molesto o herido, yo tambien lo estaría en una situación así, pero en este momento soy yo quien provoca las malas sensaciones y los malos sentimientos y estoy muy apenada por ello. Creí que envolverme en los brazos de alguien más me haría sentir mejor, me haría olvidar el dolor...

- ¿Por qué dices eso? -suena herido y con muchas dudas, como creí que estaría despues de haberlo aparto ten bruscamente de mi lado.

La tenue luz amarilla que sale de su lámpara de mesa solo hace que la situación sea más dramática en esta habitación. Lo que al principio parecía ser un buen plan para un domingo en la noche se ha convertido en una maldita pesadilla sentimental en cuestion de segundos, en cuestion de palabras.

-Solo no puedo, discúlpame -digo en un hilo de voz y paso mi sudadera por mi cabeza mientras las lágrimas empiezan a recorrer mis mejillas.

- ¡No, no puedo entenderlo! -se levanta y me arrincona contra la pared que tengo detrás de mí-. ¿Qué hice mal? -sus ojos se cristalizan-. Estoy enamorado de ti, ¿No lo entiendes? -susurra cerca de mis labios, muy cerca.

Mis ojos buscan su mirada y se quedan suspendidos en ella, sus palabras me han toman por sorpresa, nunca creí que sus sentimientos hacia mí fuesen tan profundo. No puedo tan siquiera pensar bien, ¿cómo fue que él llegó a esta conclusió?; ¿Por qué decirmelo ahora?

Lo cierto es que no puedo continuar con esta escena, el aire a mi alrededor se siente escaso y cada segundo que paso dentro de estas cuatro paredes el oxígeno se escapa de mis pulmones y no parece querer regresar a ellos. No esta bien, me sentiré peor si algo más llega a pasar, no quiero herirlo más.

Me suelto de su agarre con un empujón como ya lo había hecho hace poco, tomo con prisa mi bolso y mis zapatos. Necesito salir de aquí. Camino con prisa hacia la puerta dejandolo atrás antes de tocar la perilla me detengo, sé que estoy siendo una completa villana, sé que lo estoy haciendo mal pero tambien sé que me lo agradecerá.

-Lo siento... -digo con un fino tono de voz sin mirar atrás mientras seco una de mis lágrimas con el dorso de mi mano derecha en la misma que sostento mis zapatos y aclaro mi voz- yo no estoy enamorada de ti y...

- ¡¿Y qué?! -grita y yo me exalto por el tono de su voz.

-Aún lo sigo amando -susurro con miedo y esta vez dejo que las lágrimas recorran su camino por mi rostro hasta llegar a mi cuello.

Me retiro en silencio de la habitación y cierro la puerta, de inmediato él empieza a gritar que me vaya de su casa y a maldecir. No hay nada que pueda hacer ahora para reparar el daño que he ocasionado en su corazón. Nunca creí ser capaz de hacerle daño a alguien de esta manera y ahora que lo he hecho puedo asegurar que preferiría ser quien recibe las balas.

Me apresuro en salir de su casa y la lluvia me abraza de inmediato, lo que me permite llorar más a gusto, me siento sobre el cesped para ponerme y atar mis zapatos, mientras lo hago tomo un profundo respiro de aire fresco para asimilar bien todo lo que ha acabadod de suceder.

Lo admití. Maldita sea, lo admití.

Tanto tiempo intentando ocultar lo que en realidad siento para nada.  

Tanto tiempo intentando borrar recuerdos que hacían que mi corazón sangrara más y solo conseguí aferrarme más a él.

Cada noche desde que se fue solo he podido acostarme sobre mi cama y abrazar mi almohada, forzando a mi mente a que trabaje como esclava en un plan infalible para olvidarme de su carisma y sus caricias, tal vez no soy tan lista como lo pensé, ninguna de mis estrategias funcionaron y unas acabaron peor que otras.

¿Para qué seguir con esta farsa?  

Aún lo sigo viendo donde quiera que voy, aún sigo escuchando su tranquila risa entre el murmullo de las personas, aún sigo oliendo su adictivo perfume en donde sea que el viento sople, aún puedo sentir sus cálidos brazos rodeandome en las noches de frío y en las noches intensas de calor, aún lo sigo deseando con toda mi alma.

No sé como voy a reparar mi corazón después de esta confesión.

Atrapados.Where stories live. Discover now