CINCO

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Después del desayuno, subo sin ganas.
Ayer llegué tarde, descalza y sin chaqueta ni teléfono. Tengo un castigo de una semana.

Cuando llego a la habitación me percato de que la ventana está abierta. Me acerco y la cierro. En cuanto lo hago me percato de que hay un post-it pegado al cristal: "Mira bajo la cama".

Dejo la nota sobre mi escritorio y miro bajo el somier. Allí al fondo está mi chaqueta.
Me arrastro por el suelo y la agarro.
Me pongo de pie y busco en los bolsillos. Allí está mi teléfono.

Bajo las escaleras corriendo y llego al salón.

- ¡Papá! ¡Mamá! He encontrado el abrigo y el teléfono. Me los había dejado en casa - miento.

Ambos me miran extrañados. El primero en hablar es mi padre.

- De igual modo no es excusa para venir  a casa tarde y sin avisar. Tienes que ser más responsable, Julianne.

- Bueno, aunque el castigo puede rebajarse a dos dias - dice mi madre.

Pongo pucheros y mi padre resopla.

- Está bien. Dos dias sin salir ya es bastante castigo - sentencia.

- ¡Pero no es justo! ¡A mí no me rebajáis los castigos! - grita mi hermano desde la escalera.

- ¡Gracias! ¡Os quiero! - beso las mejillas de ambos y subo de nuevo.

El móvil está sin batería así que lo enchufo para que cargue y en cuanto se enciende veo que tengo cientos de mensajes.

Jules,
Me sorprendió gratamente tu actuación de anoche. Me siento muy orgulloso de ser tu profesor. Parece ser que por fin mis clases han servido de algo.
Te escribo esto para sugerirte que presentes tu canción al siguiente concurso. Tienes talento y nunca se sabe.
Un saludo, Eduardo Jiménez.

No es algo usual que un profesor te escriba un mensaje, pero Edu últimamente estaba muy cercano a mí. Junto al mensaje adjuntó un link.

Pincho en el link ignorando el resto de mensajes de felicitaciones y del grupo de mis amigas.

Inmediatamente se abre una web sobre un concurso de canto cuya final es en Nueva York.

- ¡Nueva York! ¡Wow!

Pero no voy a presentarme. Ya he tenido suficientes problemas por culpa de esa canción.

Vuelvo a la bandeja de entrada y reviso todos y cada uno de los mensajes. Hasta que llego a un número desconocido.

Lo encontré cerca de mi casa. Pensé que te gustaría recuperarlo.

Miro la foto de perfil. Es él.
Es una imagen en blanco y negro de un chico sentado en un taburete alto con la guitarra sobre las piernas. Tiene el pelo rubio cayéndole sobre los hombros y tapándole parte de la cara. Tiene los ojos cerrados y la boca abierta. Parece que esta cantando. Es una imagen preciosa.

Hola, ¿cómo supiste que era mío?

Pulso el botón de enviar y espero impaciente la respuesta.

No todo el mundo es tan gilipollas como tú.

Ya estaba tardando en insultar.

¿Y mi casa? ¿Cómo sabías dónde vivía?

Esta vez no contesta. O al menos me quedo dormida esperando la respuesta.

Jules y FermínWhere stories live. Discover now