Capítulo 1. ¿Lo qué mal empieza mal acaba?

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Ustedes pensarán ¿Qué tan necesitado por atención estarías como para hacer de tu vida, y la de otros, un desastre?

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Ustedes pensarán ¿Qué tan necesitado por atención estarías como para hacer de tu vida, y la de otros, un desastre?

La gente a diario hablaba sobre mí, me criticaba y me señalaba con dedo acusador, como si aquí el Dios fueran ellos. No era mi culpa que todos ellos fuesen unos envidiosos de mierda.

¿Qué si necesito atención?

¡Pues venga!, Claro que sí, me encanta ser el centro de su falta de autoestima. “De tu envidia, nace mi fama” o algo así dicen por aquí.

Loki Odinson, 128 años(1), asgardiano, favorito de Frigga (aunque ella no lo quiera admitir frente a su otro hijo), aprendiz de hechicero, con notas sobresalientes en un solo abrir y cerrar de ojos, uno de los pocos chicos en está tonta academia que merecen la pena.

La maldita “Academia” actualmente ubicada en Midgard, el maldito lugar en dónde criaturas privilegiadas vienen a pasar el rato aprendiendo información universal que les servirá para un futuro, también donde pasas gran parte de tu vida compartiendo una habitación con otras criaturas a las que sus padres también decidieron mandarlos al carajo por un tiempo, como se habrán dado cuenta la idea  surgió en uno de los reinos menos capacitados para tratar tanta diversidad, Midgard, pero con ayuda de mi bondadoso padre adoptivo, Odín, consiguieron su objetivo.

Hace dos años que asisto a ella gracias a que hice una de las tantas travesuras que no le agradaron al poderoso Odín, ¡Yo que iba a saber que la reina también comería de esa estúpida sopa! , bueno quizá sí sabía eso pudiera suceder, pero que mas daba.

Tal vez no pensé bien en las consecuencias, esperaba un castigo peor, pero al final de cuentas me terminé acostumbrado a estar en esta estúpida tierra.

En otros temas, tengo un compañero de cuarto, es un midgardiano que le encanta dormir por el día y estudiar hasta la media noche, su temperamento es demasiado tranquilo para mi gusto, he intentado una infinidad de veces hacerlo enojar, ¡Pero simplemente parece imposible!

—¡Hey! ¡Oso en plena hibernación! ¡Winnie Pooh! ¡Demián! ¡Cuatro ojos! ¡Despierta!— espeté todos los insultos que en el momento se me ocurrieron, mientras tanto sacudía su hombro de derecha a izquierda con insistencia.

—En verdad eres malo insultando sin palabras vulgares, aunque he de decir que con “winnie pooh” lograste herir mis sentimientos — con cada palabra mi compañero se iba levantando y quitando cualquier signo de sueño sobre él.

—Es difícil dejar de decirlas, pero que conste que ustedes los midgardianos fueron los culpables de mi casi nuevo vocabulario— me excusé— pero cambiando de tema ¿Llevabas mucho despierto, Brucie?— pregunté con una falsa inocencia, aunque mi sonrisa algo traviesa me delataba a propósito, ya que en realidad sabía que Bruce llevaba despierto desde antes, pero también sabía que él era demasiado vago como para levantarse por sí solo, todo ese teatro que se había formado entre nosotros ya era una costumbre desde la primera vez que nos presentaron como compañeros de cuarto.

—Iré a darme una ducha, mas te vale que mis cosas sigan en su lugar o llamaré a Nat para que te golpee por mí  — Dijo Bruce con un gesto entre aburrido y amenazador, él tomaba cosas de sus cajones.

—¡No metas a tú novia en esto!— alcancé a gritar justo cuando azotó con fuerza la puerta del baño.

—¡No es mi novia! — gritó él desde dentro.

Sonreí para después suspirar pesadamente, me levanté de mi lugar y salí de la habitación caminé largos pasillos hasta llegar al área de casilleros. El área de casilleros casi siempre era para los que no eran huéspedes del instituto, pero también estaba la opción de que las pobres almas en desgracia que no querían en sus hogares, los huéspedes, los usasen sí es que había espacio disponible.

Al abrir la puertilla lo primero que veía era mi propio reflejo, gracias al espejo que había integrado hace unos años, arreglé algunos mechones de mi cabello, que si bien ya estaban arreglados dado a que me había levantado aún más temprano para hacer mi rutina, siempre había pequeños mechones rebeldes, aunque tenía que acostumbrarme, desde hace unos días estaba pensando seriamente dejarlo crecer hasta mis hombros.

Hice algunos gestos más frente al espejo, aún era temprano, así que las estupideces eran permitidas gracias a que no había mucha gente vagando por los pasillos, o al menos así era hasta que divisé a una manada de trogloditas caminar por detrás de mí.

De una cosa me di cuenta estando aquí, los midgardianos son estúpidos por naturaleza.

Suelen molestarse entre ellos y a otros, les encanta perjudicar a los de su propia especie, su capacidad para razonar a veces es muy complicada, ni siquiera yo logro entender sus formas de actuar o reaccionar a diversas cosas.

Aunque a la gran mayoría de ellos los odiaba, había pequeñas excepciones, como por ejemplo tenía a mí enano favorito que me encantaba molestar, principalmente porque él me seguía las bromas y se reía conmigo, era una gran persona, hasta que llego un idiota a su vida y todo se fue al carajo, pero da igual, supongo que así son las cosas a esta edad, o al menos eso decía Frigga.

En fin, no quedaba nada más que dormir, dormir y dormir, además de anhelar no encontrarme con el idiota de mi hermano adoptivo, porque definitivamente sería suicidio social.

To be continued...

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