2: El Anillo

7 1 0
                                    

- Tag, te tienes que estar confundiendo. Estamos a cientos de años luz de allí... - Nerner intentaba deducir una explicación racional del reciente hallazgo que había hecho el andariano.

- ¡Qué es este, joder! ¡No me tomes por un estúpido! – si indignaba Camdigan – Mis iniciales y las de mis antepasados entrelazadas sobre el metal azulado. No hay ninguna duda – fue relajando su tono mientras hablaba.

Jules y sus tres amigos permanecían encerrados en la habitación del Lucero del Alba que les correspondía desde que tras ese mismo amanecer habían salido a divagar sobre el terreno de batalla, aún ardiente, hasta hallar aquel maldito anillo. Ni Side, ni él supieron como tomarse aquella casualidad, si es que lo era y Tag y Nerner discutieron acaloradamente durante toda la jornada. Prácticamente cada uno anunciaba un monólogo de diez minutos argumentando por qué si o por qué no, aquel anillo era el que el andariano creía. No cabía duda de que el dino se equivocaba, o deseaba equivocarse al menos, ya que no debía haber muchos anillos como el que Tag describía en su historia circulando por el universo. Un anillo sin el que era imposible activar el Arca platino. El Arca correspondiente al planeta Andarn.

Por más que habían intentado sonsacar información valiosa de la memoria de su amigo, de la memoria de su pasada vida andariana, este se mostraba reacio a proporcionársela. Siempre evadía la respuesta con miradas perdidas hacia el infinito y bruscos cambios de tema y reflexiones inservibles que no hacían más que acrecentar su mal humor.

- A ver, Tag – se levantó de una vez por todas Jules, arto de tanta parafernalia. Los ojos de su amigo se clavaron en los suyos - ¡Nigel está desparecido! ¡Gabrielle también! Si es que sigue con vida... Y nuestros compañeros llevan gran parte del día retirando despojos humanos y metálicos de una ciudad a la que hemos privado de su derecho de protección sobre el Arca cobre. ¿¡Nos quieres contestar de una puñetera vez con claridad el por qué ese anillo te importa tanto!? – su rostro se fue enrojeciendo conforme se explicaba – Porque según lo que nos has explicado hasta ahora podría ser una reliquia de cualquier demomanto hortera y nosotros estamos aquí perdiendo el tiempo junto a él – Fletcher intuía que su rubio y alado amigo estaba en lo cierto pero quería demostrarle que se encontraba entre la espada y la pared, que el tiempo apremiaba.

Ni Side, ni Nerner se atrevieron a refutar el argumento de Jules. Cuando daba rienda suelta a su carácter nadie era capaz de rechistarle. Ya nadie se acordaba del viejecito débil y adorable que un día fue.

Tag, tras recorrer la estancia de un lado a otro durante horas de conversación y admirar el maltrecho exterior de la nave con reparadores y cientos de almas sacrificándose por recomponer la más absoluta de las destrucciones, a través de la pequeña ventana de ojo de buey que presidía la habitación se dejó caer sobre su cama derrotado.

- Sí creo que lleves razón, Tag. – añadió Nerner con suavidad inspirándole confianza – Pero eso supondría un auténtico desastre para nosotros y para la guerra en general que se ha instaurado en el Universo. El Arca Platino, tú Arca, podría estar en las manos equivocadas y tan solo tenemos como prueba ese anillo que adorna tu dedo – desde que lo encontró, el andariano no soltó la reliquia en ningún momento. Parecía formar parte ya de su carne.

- Está bien – se rindió al fin.

Toda su audacia, bravuconería y empeño por esconder sus verdaderos sentimientos tras un muro de indiferencia se desplomaron con la primera lágrima que se derramó por su pálida mejilla. Ninguno quiso interrumpir su reflexión. En la mente de Jules jamás había habido sitio para plantearse que en algún momento iba a ver al hombre menos emocional que había conocido llorar ante sus ojos.

Génesis y los enigmas del pasadoWhere stories live. Discover now