Parte única

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Al comenzar ésta, su historia, la familia estaba cenando en el comedor de su confortable piso ciudadano.

Era una familia "tipo": padres y dos hijos.

Yuta y Hansol componían un matrimonio joven.

En cuanto a los hijos, Renjun tenía catorce y Donghyuck doce cuando sucedió la historia que los comprende como protagonistas.

Era diciembre o principios de enero, según lo indicaba un árbol de Navidad instalado en un rincón de la sala y a cuyo pie se encontraba un bello pesebre de cerámica, producto de las manos de Donghyuck. Él era un apasionado por esa artesanía.

Todos estaban alegres durante aquella comida, acababan de comprar una casa de vacaciones. Su conversación giraba —entonces— en torno de esa importante adquisición:

YUTA: —Está ubicada en la isla Jeju. Más cerquita del agua, imposible; como ustedes querían.

HANSOL: —Es una casa preciosa y está puesta a nuevo. Todavía no me explico cómo tuvimos la suerte de conseguirla por la mitad de lo que, en realidad, vale.

DONGHYUCK: —Humm, ya me imagino... Seguro que papá empezó a pedir descuento y descuento, como hace cada vez que le toca comprar algo...

RENJUN: —...y terminó mareando a los de la inmobiliaria, que se olvidaron algunos ceros en la cifra de venta.

HANSOL: —Nada de eso. El precio que pagamos por la casa es —exactamente— el que la inmobiliaria fijó. Bien barato, sí, aunque cueste creerse.

YUTA: —Lo que pasa es que en esta época... la situación económica del país... Entonces, con tal de vender...

DONGHYUCK: —¿Cuándo viajamos a Jeju? ¡No doy más de ganas de conocer nuestra casa del mar!

RENJUN: —El viernes, nene, ¿no lo oíste?

HANSOL: —No bien tu padre y yo salgamos del trabajo. Alrededor de las ocho los pasamos a buscar.

YUTA: —Mejor a las nueve. Quiero hacer revisar los frenos y cargar nafta.

DONGHYUCK: —Renjun y yo vamos a tener todo listo para el viaje.

RENJUN: —La torneta y tu cargamento de arcilla, sin dudas...

DONGHYUCK: —¿Y qué? Por lo menos, voy a aprovechar las vacaciones para hacer algo más que nada, como uno que yo conozco.

El esperado viernes de la partida llegó al fin y la familia salió en su auto rumbo a Jeju.

Con la ansiedad que tenían por estrenar la casa nueva, los kilómetros que los separaban de ese solitario paraje marítimo se les antojaron eternos; sobre todo, a los chicos.

Arribaron al amanecer.

La casa de vacaciones era verdaderamente hermosa, tal como los padres habían dicho. Amplia, totalmente refaccionada, luminosa. Amueblada con exquisito gusto. Decorada con calidez. Parecía recién hecha.

Sin embargo, su construcción databa de principios de siglo.

Donghyuck eligió para sí una de las cuatro habitaciones de la planta alta, la única que se abría a un espacioso balcón-terraza con vista al mar.

—¡Qué vivo! —opinó Renjun.

Ese fin de semana, los cuatro lo dedicaron a acomodar todo lo que habían llevado y a darse unos saludables baños de mar en la playita que parecía una prolongación de la casa, tan cerca de ella se extendía. Tan cerca, que habría podido considerársela una playa privada.

La Casa Viva [markhyuck] | ONESHOTWhere stories live. Discover now