XIII. - final

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Lo único que se escuchó fue como se cerraba un libro, y un disparo resonó por toda la casa.

Minerva, quién estaba ahí para visitarlo, escuchó aquello, y solo corrió hacia el lugar de donde provenía el disparo.

- ¿Qué... Has hecho?

Fue lo único que preguntó antes de cubrirse la boca con ambas manos, mientras unas lágrimas escapaban de sus ojos.

- Rogue...

Minerva se arrodilló junto a ese cadáver, mientras tocaba su piel, frío, ese cuerpo ya no tenía calidez, estaba frío, muerto, ya no había alma en aquel cuerpo.

Sabía que ya no había nada que hacer. Solo llamó a la ambulancia, a la policía y a la funeraria.

Logró ver un cuaderno, con letras doradas y tapa dura, tomó el cuaderno y leyó la portada "diario" eso era lo único que decía, pudo saber exactamente lo que era, aquel cuaderno en donde Rogue había dejado todos sus sentimientos, en donde se desahogaba a través de los años.

Minerva, tomó el libro y se lo quedó, pensando en si dárselo o no a Sting.
Así pasó, hasta que llegó el funeral, Sting estaba destrozado, ellos se conocían desde que tenían memoria.

Ahí estaba, Sting de rodilla en el suelo mientras veía como iban bajando el ataúd, aunque no mirara hacia adelante, se sabía que estaba llorando, las lágrimas impactaban contra el suelo, mojando la tierra que había ahí. Entonces Minerva lo supo, debía dárselo, aunque solo lo destrozara más, debía saberlo.

- Toma. - Le dijo de manera algo fría mientras le entregaba el diario. - No preguntes, solo léelo.

Minerva, se acercó al lugar en donde estaba la lápida, en donde hace unos minutos habían enterrado a su "esposo".

- Lo siento, se que no querías que lo supiera, pero en esta situación, era necesario.

La chica se disculpó estando frente a la lápida.

Sting abrió el libro y comenzó a leerlo, cubriendo su boca con una mano, mientras intentaba no llorar, no sabía, nunca lo supo, ¿Por que? ¿Por que no pudo darse cuenta del daño que le causaba con esto?

- Rogue, tú... - susurró, mientras sollozaba.

No podía creerlo, no podía.

- Lo siento, lo siento mucho, Rogue.

Lo destrozó sin darse cuenta, nunca se dio cuenta, estaba ciego, creyó que hacia lo mejor para él, cuando en realidad era todo lo contrario, lamentaba mucho lo que le había hecho.

Pasó el funeral, ahora Sting se encontraba solo en su cama, estaba sentado, habían pasado semanas desde el funeral, pero aún no podía...

- Ya no importa...

Se dijo a si mismo mientras sostenía la misma arma que había utilizado Rogue para quitarse la vida.

- Estoy dispuesto a seguirte a donde sea que vayas.

Dijo mientras apuntaba a su cabeza. Un disparo resonó en la casa, se había quitado la vida...

El espíritu de este, salió de su alma, no se iba al cielo, tampoco al infierno, solo se quedaba así.

Este observaba la habitación, podía ver su cuerpo, ahí, sin vida.

Así que la historia era cierta, los espíritus que tienen cosas pendientes, no se podían ir.

- ¡Rogue! - gritó sin ser escuchado por ningún humano con vida.

Comenzó a correr, traspasando las paredes, buscaba por un lado y otro hasta que pensó.

"La casa de Rogue"

Vio un carro afuera y se ocultó en ese, aunque nadie lo viera. El auto extrañamente se dirigía por ese rumbo, luego de un rato, logró ver la casa de Rogue, al llegar, entró con rapidez.

- ¡Rogue! - gritó estando adentro.

- ¿Por que?

Logró escuchar y se acercó hacia el lugar de donde provenía la voz.

- ¿Por que no puedes dejarme en paz? ¿Aún no entiendes que en realidad duele? ¿Por que tuviste que seguirle hasta aquí?

- Rogue...

Sting se acercó con rapidez y le abrazó por la espalda, normalmente no se sentía más que frialdad, al ser ambos solo espíritus, pero sentían la calidez del alma del otro.

- Lo siento... Nunca pude decirte lo que en realidad sentía, solo te lo oculté, no quería que cargaras con el peso de mis sentimientos, en realidad lo siento.

Rogue levantó la mirada, sorprendido, sentían lo mismo, nunca fue un amor no correspondido.

- Sting...

- Vamos, aunque solo seamos espíritus en pena, dame una oportunidad.

- Yo... Está bien. - sonrió levemente.

Rogue se sentía feliz de saber que Sting sentía lo mismo, lo había seguido hasta ahí, eso quería decir que en realidad lo quería, sabía que podía llegar incluso más lejos. No dudo en darle una oportunidad.

- Gracias...

Susurró mientras le tomaba la mano, entrelazando sus dedos. Ambos miraron hacia arriba, viendo como el cielo se abría y aparecía una escalera dorada.

Las personas que se suicidan se van al infierno, ¿No es así? Pero quizás, solo por una vez, Dios haga una excepción, por tal amor que se tenían ambos, lo cual pasó por muchos obstáculos, se merecían estar juntos, ¿No?

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Este es el final. Espero que les haya gustado :3

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