Capítulo 11

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Un fuerte dolor en el pecho hizo que Sofía se sentara en la cama

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Un fuerte dolor en el pecho hizo que Sofía se sentara en la cama. Desde que se había mudado a aquella habitación sus noches parecían un infierno y las voces se hacían cada vez más molestas. Estaba agotada con tanto alboroto de su inconsciente,  parecía estar en una especie de sueño en que todo le daba vueltas. Necesitaba tomar aire con urgencia, se levantó bruscamente sintiendo una presión dolorosa en su cabeza. Sólo podía pensar en que se iba a resfriar, se sentía débil por sus noches en vela y ya casi ni apetito le daba durante el día. Además las duchas frías de la noche le estaban pasando la cuenta, y en algunas ocasiones se había tendido en la cama con el pelo mojado, sin tener fuerzas si quiera de levantar el secador de pelo como aquel día.

Salió desesperada de la cabaña, no quería despertar a nadie, los guardias situados en la puerta de entrada se enderezaron y fingieron estar en alerta máxima. El gran patio estaba desolado, abrió una de las llaves del jardín para mojarse la cara, luego tiritando se sentó en una de las bancas. La luna se veía distinta, tenía un tono anaranjado, qué irá mal, por qué esta sensación de que todo está mal. Apoyó su cabeza en sus manos, se agachó dejando caer todo el peso en sus piernas, las lágrimas le invadieron.

- Se supone que no llorarías más.

- ¿No duermes?- no se dignó a levantar la cabeza, pero sintió que Francisco se sentaba a su lado.

- Sí, pero me despertaron alertándome que alguien había salido de su habitación en horas no permitidas.

- Solo salí a tomar aire.

- ¿Qué te pasa?.

- Me duele demasiado la cabeza, el pecho lo siento apretado y tengo una extraña sensación de que algo malo va a pasar. Y esas voces- se alborotó los cabellos con fuerza.

-No me digas que estás con un ataque de pánico o tienes trastorno de la personalidad- se alejó unos centímetros observándola curioso.

- ¡No!- se levantó a mirarlo- no estoy... loca- titubeó.

- Tu seguridad me convence- se volteó, ya que no podía evitar reírse de la muchacha.

- Deja la burla que te he dicho que no estoy loca. Son sólo esos susurros que cada vez son más molestos y no son las sombras, son..., no sé qué son...- ya las lágrimas se estaban acumulando en sus ojos.

- Acompáñame tengo unas pastillas para esos dolores de cabeza -Sofía lo miró confundida.

- O prefieres seguir sufriendo, tu decides- la fulminó con sus ojos avellana- Además debo reconocer que te has esforzado, puede que eso mismo te esté causando malestares, no estás acostumbrada a tanta presión- le tomó la mano como siempre entrelazando sus dedos con los de ella y la sacó de su asiento.

- No soy una niña, ¿sabes?, puedo caminar sola.

- Bien- la soltó bruscamente haciendo que Sofía se tambaleara, pero la alcanzó a sostener- segura que no estás drogada- la tomó nuevamente de la mano y la tironeó para que le siguiera. Caminaron en silencio, hasta que llegaron a la cabaña de Francisco.

Sofía la Mestiza, y los susurros de la oscuridadحيث تعيش القصص. اكتشف الآن