🍼Tercer mes: Tres bebés🍼

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De acuerdo, todo esto estaba siendo demasiado.

Ya no podía comer dulces, no podían hacerle cariñitos, y la mayoría del día se la pasaba con náuseas. ¡Era una pesadilla!

Un sábado por la mañana, casi dos semanas después del incidente, Daddy despertó a su bebé de forma dulce.

Pero ni éso evitó que despertara con el pie izquierdo.

— Vístete, bebita —ordenó, una vez que logró sentarla en la cama—. Iremos a ver al doctor.

Una pequeña luz de esperanza brilló en los ojitos de Kyo. ¿Sería posible que el doctor le diera algún remedio para que las cosas volvieran a la normalidad?

Luego de ponerse una faldita rosa y una remera con lazitos, Ángel le peinó el cabello y emprendieron el viaje. El buen humor de la menor iba en aumento.

Luego de un cuarto de hora, llegaron al hospital. En las recepción les indicaron que se quedaran en la sala de espera hasta que los llamaran.

Al cabo de un rato, una enfermera de baja estatura se asomó por la puerta blanca.

— ¿Valverde? —Kyo dejó de jugar con sus lazos cuando escuchó el apellido de su papi y levantó la cabeza en dirección a la enfermera— Pasen.

Entraron al consultorio.

— Es un gusto conocerlos —dijo un señor canoso una vez entraron, saludando a Ángel con un apretón de manos— ¿Primera vez que vienen?

Ambos asintieron, con ritmos distintos.

— De acuerdo, entonces empezaremos por hacer una ecografía doppler. ¿Cuánto llevas?

— Está entrando en el tercer mes.
— Realmente no lo parece —el médico se acarició el mentón un segundo—. Pero el crecimiento del bebé difiere mucho dependiendo de la persona, así que por el momento no es nada de lo que debamos preocuparnos. ¿Procedemos...?

Se quedó en silencio un segundo esperando por una respuesta que no llegó. Ángel se paró y tomó la mano de Kyo, quien procedió a pararse.

¿Qué era una ecografía boppler? ¿Dolería? De verdad no quería que doliera.

La enfermera los llevó hacía otra habitación que tenía una máquina grande que daba miedo y una camilla. Si no fuera por las figuras de niños jugando y animalitos que había en las paredes, Kyo estaría de los nervios.

Siguiendo las indicaciones de la enfermera, se acostó boca arriba en la camilla y desabrochó algunos botones de su camisita para dejar expuesta su pancita, la cual aún continuaba bastante plana.

Pasado un minuto, entró el médico. Kyo quiso taparse, no le gustaba que otras personas que no fueran Ángel vieran su abdomen.

— De acuerdo. Ésto puede hacer cosquillas —dijo, antes de untarle en el abdomen una cosa gelatinosa.

Se estremeció y apretó el dedo índice de Daddy, que sostenía con su manito. No le gustó para nada.

— Como el el embarazo no está muy avanzado, es probable que no podamos ver mucho del crecimiento del bebé. Pero estoy seguro de que podremos escuchar su latido —el médico se concentró un momento, mirando el monitor mientras movía el aparato por la pancita de Kyo, haciendo que se estremeciera aún más— Oh.

— ¿Qué sucede? —a Ángel no le gustó nada como sonó ése "Oh".

— ¿Escuchan éso? —dijo la enfermera.

Ambos agudizaron el oído, además de unos ruidos extraños, como de agua, se escuchaban dos ritmos constantes.— Son los latidos.

— ¿Y que tiene éso de malo? —Ángel frunció el ceño.

— Dijo los en plural. Más de uno —resaltó el médico, con obviedad. Esperó unos segundos antes de continuar— Hay más de un latido.

Ángel se quedó en blanco.

— ¿Quiere decir que...?

—Si, así es —le cortó cuando notó que el otro no encontraba qué palabras decir.— Felicitaciones, supongo que tendrán dos bebés.

La pesadilla se ponía aún peor.

«Dos bebés»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora