Capítulo Único

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—¿Dinah? —Camila llamó en cuanto abrió sus ojos e inspeccionó su alrededor.

Estaba en un parque, al lado de un arbusto. Al parecer se había quedado dormida allí, otra vez.

Tomó su teléfono mientras acariciaba su sien. Tenía un par de mensajes, pero hubo uno que captó su atención.

"La pasé genial anoche Cami, me gustaría repetirlo ;)"

—Alta mierda no acordarse de ésto —habló para si misma mientras abría la foto de perfil de la emisora del mensaje.

En la imagen se veía una mujer de no menos de unos cincuenta años.

—Que lindo no acordarse de ésto.

Revisó sus contactos, marcando el número de su mejor amiga, la cual estaba con ella la noche anterior y de repente había desaparecido.

"Su saldo es insuficiente para realizar esta llamada"

—Bueno, estoy cagada por un elefante.

Se estiró, intentando tocar sus pies.

—Ah, bien, me falta un zapato. Ni una buena, Dios —reprochó mientras miraba al cielo.

Volvió la mirada al frente, una mujer con cabello negro paseando a su perro caminó delante de ella.

—Gracias, Dios.

Se levantó y llamó la atención de la mujer, quien se acercó ligeramente confundida.

—Buenos días —habló cuando se encontró junto a ella, con un acento español palpable.

—Hola. No sos de acá, ¿cierto? —inquirió Camila.

—Oh, no. Mi hermana vive aquí y decidí venir un par de días a visitarla.

—Que lindo, mirá vos. ¿Y qué te parece Argentina?

—Pues, es realmente un país bello y la gente aquí es bastante amigable.

Camila sonrió, estaba muriendo por el acento de esa mujer. También por sus ojos. Su trasero hacía una linda combinación con aquello.

—Si, eso dicen. Ché, ¿por casualidad no has visto a una chica por acá?

—He visto muchas. —Rió.

—Que graciosa. —Sonrió falsamente y prosiguió—. Es alta, más o menos como el Obelisco. Pelo largo, castaño claro.

—No, no la he visto —contestó mientras elevaba los hombros y Camila chasqueó la lengua.

—Bueno, no importa. ¿Cómo te llamás?

—Lauren. ¿Tú?

—Que lindo nombre, nunca lo había escuchado. Lauren... —Intentó pronunciarlo, fracasando olímpicamente—. Te voy a decir Laura. Soy Camila, un gusto—. Estiró su mano con una sonrisa, la mujer estrechándola confundida.

—Oye, te falta un zapato. —Señaló el pie de la castaña, la cual miró hacia el mismo.

—Ah, si. ¡Mirá! —exclamó repentinamente—. Tenés un perro.

—Uh, si. ¿Qué hay con eso?

—Que se yo, boluda. Vos empezaste a decir cosas obvias. Como sea, ¿tenés sube?

—¿Sube?

—Sí, flaca, ¿dónde vivís? La tarjetita para subir al colectivo.

—Oh, no. ¿La perdiste?

—Creo.

—Revisa tus bolsillos.

Camila introdujo sus manos en los bolsillos de su pantalón, intentando en vano conseguir su tarjeta.

¿Has visto mi zapato? ➵Camren OS Where stories live. Discover now