Kink - Bondage

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2020 palabras
Parece que me emocioné.

No era primera vez que entraba a ese lugar. No era primera vez que pedía sus servicios.

Por temas de estrés, cada fin de semana Nicolás se encontraba en ese sitio. Bastante oscuro, luces de neón, música fuerte y un ambiente hostil.

No tenía una pareja estable y por eso recurría a esto, generalmente los fines de semana, ya que en la semana trabajaba hasta tarde, quedándose hasta somnoliento sólo por el hecho de terminar unos papeles.

Le gustaban estos lugares, llenos de deseo y bruscos como le gustan a él.

Tenía a su favorito obviamente, un tipo alto, no muy musculoso, de contextura más bien gruesa. Eso le hacía sentir más ajeno a las personas. A Nicolás lo cautivaba desde que se encontraba con él en los pasillos del lugar específico. El cual sólo es privado, para gente de mucho dinero que puede costear los servicios de personas específicas.

La Viande se llamaba el lugar, como dije anteriormente muy sombrío, sólo para la elite de Santiago. Se trataba de prostitutos con el fin de satisfacer a hombres como a mujeres. Son veinte hombres en total; de distintos tonos de piel, voz, estatura, color de ojos y cabello.

Al ser sólo veinte se trataba de hombres muy rigurosos y profesionales, los dueños del lugar los especificaban muy bien, tratando siempre de buscar a más interesados.

Podían hacerlo en ese club, obviamente en cuartos privados, pero también podían hacer su trabajo en donde el cliente estime apropiado.

Al tratarse de gente elite, con plata, bienes y muy conocidos políticamente, los tranquilizaba de alguna manera. Sabían de antemano que no cualquiera pide los servicios de los empleados de La Viande.

Volviendo a Nicolás, hoy cumple los 32 años, no tenía a su familia en la ciudad y ni loco viajarán sólo por su cumpleaños. Hace tiempo no iba a su lugar favorito y este era un día para celebrar.

Tenía unos pocos amigos los cuales lo felicitaron cuando se encontraban entre los pasillos del edificio.

--¿No queri hacer un carrete?-- dice Edgar, comiendo su ensalada.

--No... nunca me han gustado de todas maneras-- le sonríe, recordándose que sí le había dicho al Edgar que no le gustaban las fiestas.

--Si se po, pero pensé que tal vez si querías; ya sabes, tu cumpleaños-- se encoge de hombros mirando al moreno.

--Tengo otros planes-- hace el mismo gesto que el Edgar, haciéndose el desinteresado con respecto al tema.

--Bueno amigo, te deseo un muy feliz cumpleaños-- le sonríe, le toca el hombro y se levanta para volver a trabajar.

--Muy buenos te diré-- susurra para él cuando ve que Edgar se dirige a su oficina.

Al finalizar su jornada se dirige a su departamento de soltero, el cual siempre estaba medio desordenado, ya que casi nunca iban visitas así que con razón estaría en ese estado. Tendría que ordenarlo un poco para recibir a su invitado especial.

Apenas llega se desviste en el camino a su habitación para darse una ducha y cambiarse rápidamente. No estaba apurado, pero siempre es bueno reservar a los empleados cuando de verdad se quiere pasarla bien.

Pasando al otro sujeto en esta situación, este se encontraba relajado en su habitación. Hoy le tocaba trabajar y le encantaba, no lo iba a negar en lo más mínimo.

¿Qué mejor el tener sexo con hombres y/o mujeres por lo general bastante atractivos y los cuáles le pagan una suma de dinero bastante elevada?

Estaba en su salsa por así decirlo, a pesar de tener unos cuantos años de más, aún era uno de los más pedidos y codiciados del lugar.

Smut challenge; jainicoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora