La boca del diablo

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― Había una vez, un joven llamado Claus. ―Lucas hizo una pausa para ver la expresión de su hermano, pero más bien este estaba tranquilo esperando oír la historia de su hermano. ― Había una vez, hace muchos años atrás en un pueblito, un joven llamado Claus, él tenía 17 años y deseaba como un verdadero loco tener una compañera, pero no quería una cualquiera, él quería una muy hermosa, consideraba que lo merecía por ser un joven muy trabajador.

Claus hace un tiempo había comenzado a construir él mismo sus sueños de formar una familia con la que sería su afortunada futura esposa.

A pesar de ser tan joven, él con todos los ahorros que había conseguido trabajando como herrero logró y construyó un cálido hogar con sus propias manos. Ese era su sueño, vivir en paz y armonía con la que sería su hermosa mujer.

Pero las mujeres eran escasas y Claus era exigente al respecto, las pocas mujeres libres de hombres no eran del gusto de nadie y Claus comenzaba a perder las esperanzas de poder completar sus sueños.

Un día fue a una taberna para ahogar sus penas. Claus sin tomar importancia a nada pidió un poco de licor para beber.

― ¿Cuál es tu pena querido amigo? ―Preguntó Duster el cantinero.

― No encuentro una compañera. ―respondió Claus en estado de desazón.

― Chico, he escuchado millones y millones de historias de todos mis clientes y muchas más personas de todos lados. Yo conozco mejor que nadie todo este pueblo y sus habitantes, casi a cada uno de ellos y de verdad eres la primera persona que viene a ahogar sus penas por algo similar.

― ¿Qué quieres decir, te burlas de mí acaso?

― No es eso querido amigo. Es sólo que tu caso es algo particular, es muy bonito que quieras tener una mujer y tal vez hacer una familia, pero este lugar escasea el sexo opuesto, aquí los más poderosos, los seis...

― ¿Quiénes son los seis? ― Claus interrumpió.

― Los seis son aquellos hombres con más poder, nosotros somos unos doses, estamos a una escala más arriba de la pobreza.

― ¿Nos clasifican?

― Así es, y como te iba diciendo, los seis son los que puedes escoger a sus mujeres e incluso la mayoría practica la bigamia. Nosotros no tenemos ese mismo derecho, nosotros debemos asumir la mayoría que nos quedaremos solos y podemos acceder a una dama, pero esas son a las que se les dice las uno.

― No sabía todo eso... ― Claus comentó apenado. Su sueño se hacía cada vez más difícil.

― ¿Que tal un chico? ― Dijo el cantinero.

― ¿Chico? ― Replicó Claus con el ceño fruncido.

― Hay muchos jóvenes como tú que buscan no a una compañera que jamás encontrarán, sino a un compañero.

― Eso es repugnante.

El hombre rió a carcajadas. ― Entonces sigue soñando amigo, y si te hace sentir mejor hay una manera con la que puedes conseguir a la mujer más hermosa de todo el mundo.

Claus al oír eso golpeó la mesa con las palmas de ambas manos, poniéndose de pie de inmediato. ― ¡Haré lo que sea!

― A las afueras del pueblo, hacia el sur de este hay un bosque, "Le dicen la boca del Diablo" en ese lugar en lo más profundo se dice que hay un manantial de los deseos. Dicen que quienes se adentran en el lugar no vuelven a salir, el bosque los devora. Dicen que allí no existen los días, sino solo las noches y la única luz que verás será la de las estrellas. Allí hay habitan criaturas extrañas, monstruos horrendos en vez de animales, los que han conseguido solo acercarse al bosque han sido testigos de los rugidos de ellos. Las brujas y hechiceros hacen sus prácticas en aquel lugar, se dice también que el bosque es tan extenso que los han tenido la valentía de ir en busca del manantial a hacer realidad sus sueños... terminan muertos si no es por los monstruos que los devoran o la brujas que clavan maldiciones en ellos, es el hambre y sed que los termina consumiendo por completo. El viaje es muy largo, ya lo sabes.

Cuentos para mi hermanoWhere stories live. Discover now