Parte 27 Decisiones

38 5 2
                                    


Mi cuerpo se siente pesado y la cabeza me punza terriblemente, como si hubiera salido de la peor borrachera que alguna vez hubiera tenido, Juan y Lucía se encuentran a mi lado, pero no hay rastro alguno de Owen.

— Deberías intentar comer algo — dice Juan.

— Ya te he dicho que no tengo ni un poco de hambre, es más siento que vomitare con el más mínimo bocado — respondo.

— Sofía te comiste apenas una gelatina cuando despertaste ¿y no comes nada ahora? — me reclama Lucía.

— Nos preocupas, tienes más de 80 horas sin comer como se debe — agrega Juan.

— Hablando de esas 80 horas ¿Qué demonios pasó con las 72 que estuve inconsciente? — pregunté molesta.

— Solo habrían sido 5 o 6 si hubieras seguido mis indicaciones.

— ¿Y ahora es mi culpa Juan? Recuérdame por favor quién me metió esas jodidas inyecciones.

— Creme, si no hubiera intervenido hubiera sido mucho peor.

— ¿Peor cómo?

—...

— ¡Juan te hice una pregunta y quiero su respuesta!

— Lo que te inyecte fue básicamente el accipire.

— ¿Puedes repetir lo que me acabas de decir? — pregunte con ironía e irá a la vez.

— Las primeras inyecciones fueron con el propósito de que tu sistema inmunológico no actuara y la última contenía la cepa de accipire Dez – 3452.

— Mes estás diciendo que me trataron de convertir en un daemonio ¿Cómo aceptaron algo así? — dije decepcionada.

— No es lo que crees Sofía, Juan tenía todo planeado — dijo Lucía.

— Necesito que me expliquen con detalle qué demonios pasa — dije furiosa.

— Comprendo perfectamente, la cosa es así — dijo Juan — Por lo que he averiguado Isaac lleva un tiempo experimentando con especímenes, que quiere lograr no lo sé, pero para el Owen fue un regalo del cielo, su sistema tenía todas las respuestas que él necesitaba y si de verdad Owen portaba el accipire tipo daemonio su trabajo estaría completo.

— Pero Owen saboteo su propio examen.

— Exacto y cuando iba a analizar a Lucía para averiguar si ella portaba el daemonio el equipo había sido dañado.

— Es obvio que Owen es el responsable ¿Porque no nos ha echado o asesinado?

— Lo sé no tiene sentido, pero mientras no sospeche nada de nosotros seguiremos bien.

— Aún no tengo algo bien en claro ¿Porque me pusieron esa cosa? Isaac dijo que ya estaba enferma.

— ¿Y acaso tú le creíste? — dijo Juan con ironía.

— Por supuesto que no, se cómo esta cosa actúa en las personas, pero como fue Isaac quien me lo dijo me parece muy extraño que se contradiga con tanta facilidad.

— Isaac nunca me dijo que era lo que te estaba dando, fue Owen quien lo descubrió y me advirtió al respecto.

— ¿Entonces qué es lo que Isaac te dijo y porque insististe tanto en cambiar el procedimiento?

— Isaac me dijo lo mismo que a ti, que estabas enferma, pero el virus en ti estaba inactivo y realizaríamos un procedimiento para curarte, las inyecciones epidurales eran con el objetivo de atacar al virus directamente y ver resultados de inmediato.

— Pero no había tal virus al cual atacar.

— A mí también me pareció sumamente raro e incluso consideraba que el doctor dijera la verdad, pero cuando Owen me habló sobre el verdadero procedimiento entendí todo.

— Solo era un experimento ¿No es verdad?

— Si, Isaac no sabía si Owen tenía el daemonio y con lo de la máquina averiada no podía realizarle las mismas pruebas a Lucía.

— ¿Y decidió infectarme con esa cosa para averiguar si el tratamiento era efectivo contra esa cepa de accipire? ¿Como pudiste estar de su lado aun sabiendo eso?

Me sentía traicionada y las palabras se quebraban en mi garganta, pero no me permitiría sentirme triste por esto ni lo llegaría a demostrar.

— No me malentiendas Sofia — dijo Juan poniéndose a la defensiva.

Mire a Juan directo a los ojos tratando de transmitir toda la ira que sentía en ese instante, el pareció comprender pues dio algunos pasos hacia atrás. No entiendo cómo fue capaz de traicionarme aun sabiendo lo que le haría, aunque hay algo que no me cuadra ¿Porque confesó tan fácilmente? ¿A no ser que?

— Lo comprendes ¿no es así? — dice Juan al ver mi expresión confusa.

— ¿La inyección que me dio Owen?

— Era una versión altamente concentrada de el antídoto, no podía oponerme a Isaac, no si planeamos salir de aquí con Lucía, además Owen solo ha estado causando problemas y no me conviene que Isaac sepa que lo encubrimos.

— ¿Pero no sería algo obvio? Después de todo Owen es nuestro compañero.

— ¿De verdad es algo obvio? Para Isaac solo soy un cobarde escondido entre personas más fuertes que yo, alguien que dejaría atrás a sus compañeros si de salvar su vida se trata.

— ¿Que acaso ya no existe el concepto de lealtad?

— No para Isaac.

— ¿Entonces cuál es el plan?

— Es extraño escucharte decir eso, siempre tomas la iniciativa, es algo que siempre me impresionó de ti — dijo Juan a la vez que me dirigía una extraña sonrisa.

— ¿El plan puede ser dispararle en la cabeza?

— No estoy seguro de que sea buena idea.

— Entonces déjate de tonterías y piensa en algo — dije seriamente.

La sonrisa de Juan se desvaneció en el momento.

— Por ahora tienes que quedarte en cama, Owen apenas y fue capaz de recuperar la inyección antes de que esa cosa te matara así que no me gustaría exponerte a más estrés.

— Ya que lo mencionas ¿Que fue de Owen? No lo veo desde aquel día.

— El sigue por ahí, por obvias razones no puede caminar libremente por donde se le plazca así que se queda escondido.

— ¿Y de verdad le es tan fácil? Imagine que la seguridad de este lugar era un poco más decente.

— Owen dijo algo sobre investigar los otros bloques, si está en alguno de los otros tres es razonable que no lo hayan encontrado — dijo Juan con cierto aire de duda.

— ¿Cuándo dejara de hacer todo por su cuenta? Es una molestia.

— Por lo pronto solo no queda esperar a que Owen regrese y tu estés en óptimas condiciones, además Lucía está mucho mejor, diría que casi se recupera por completo

— ¿De verdad? — pregunta dudosa.

Lucía se acercó a mí y me miró directo a los ojos, no sabía si llorar, reír o abrazarla fuertemente, sus ojos habían adquirido una vez más su tono café amielado y ese característico resplandor.

Aunque odie admitirlo el infeliz de Isaac lo logró.


Fin de la parte 27.

La última broma de la naturalezaWhere stories live. Discover now