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La noche de navidad fue fantástica, comieron pastel, observaron los fuegos artificiales abrazados bajo una manta en el balcón y terminaron durmiendo en los brazos del otro, inmersos en la calidez de sus sentimientos. Esa noche fue sólo para ellos, para hacerse juramentos de amor con dulces palabras que hacían que sus corazones rebosaran en felicidad. Suaves y tiernos besos eran sus acompañantes, así que -igual que un anhelando néctar-, Yuuri dejaba que su mente se embriagara hasta el punto donde le era difícil pensar. Claro su amante era considerado y cuidadoso, en cuanto los labios se separaron en busca de oxígeno se apartó con delicadeza y acariciando su mejilla le susurró que era mejor esperar a que estuviera listo. Un pequeño fragmento de su corazón lo odio, pero más desprecio sentía por él mismo porque sabía que tenía razón.

Año nuevo estaba a la vuelta de la esquina y algo había cambiado en su rutina. Todos los días, su novio, lo esperaba ansioso después del trabajo.

Ese atardecer se apresuró a ir a su encuentro. Como lo hacía desde hace tres días, Otabek lo esperaba apoyado contra la pared en la entrada de la Universidad. Contuvo la respiración al ver lo apuesto que se veía con sus jeans negros y la cazadora de cuero sobre la camiseta blanca.

Detuvo su andar un poco tratando de controlar su inseguridad al ver como dos jóvenes estudiantes se le acercaban. El kazajo molesto les hizo seña de que se apartarán y cuando se giró en su dirección pudo notar que hablaba por teléfono.

Al verlo el semblante de Otabek se relajó y, como era su costumbre, estiró su mano para que él se acercará y la tomara.

-Te digo que mi departamento es pequeño… no tengo lugar- Beka lo abrazó por la cintura atrayéndolo contra su pecho -Hola, amor- dijo y se inclinó para depositar un fugaz beso en sus labios.

-Beka… todos nos observan - murmuró, seguro de que su rostro estaba completamente rojo, ya que sentía hasta sus orejas arder.

-Bueno, no es un secreto que te amo- la sonrisa de Otabek desapareció al escuchar la voz al otro lado del auricular -¿A quién más le diría te amo?... Claro que a Yuuri-

Después de conversar unos minutos terminó la llamada de muy malhumor. Lo tomó de la mano y entrelazando sus dedos lo llevó hasta su vehículo.

-¿Y esto?- Yuuri no podía creer lo que veía cuando Beka se montó en la gran motocicleta y le ofreció un casco.

-Siempre quise una- su novio sonrió con dulzura y palmeó el asiento -¿Quieres dar una vuelta?-

Correspondió con una sonrisa, se colocó el casco y se subió. Se sentía extrañamente emocionado por ir abrazado a la cintura de su amado, aquella imagen lo hacia parecer el clásico chico malo y rebelde de las películas que tanto le gustaban.

Antes de que se pusieran en marcha el celular del kazajo volvió a sonar. Otabek bufó y atendió algo molesto.

-Y ahora ¿Qué sucede, Yura?-
Yuuri pudo distinguir el tono de voz a través del auricular, ya que el mejor amigo de su adorado novio gritaba en lugar de hablar.

-De acuerdo… sí, voy para allá- Otabek terminó la llamada y lo miró por sobre el hombro. Su mirada era una mezcla de pena y decepción -Lo siento Yuuri, debo ir al aeropuerto… Yura y su novio vinieron a festejar Año Nuevo con nosotros, te llevaré al departamento y después…-

-No te preocupes- dijo bajando precipitadamente de la motocicleta -Me iré a casa, hace tiempo que no ceno con Mari-

-Hey, no tienes porque…-

-Esta bien- se forzó a sonreir -Ve a buscar a tu amigo. Después de todo hace tiempo que no se ven… seguramente tienen mucho de que hablar-

Lo besó en la mejilla e hizo señas a un taxi que se acercaba. Beka lo observaba confundido, demorando unos minutos en reaccionar al verlo subir al coche.

Mi amor en la distancia [Otayuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora