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En la sala donde se encontraba aquella mesa de piedra partida a la mitad, unos espantosos gruñidos empezaron a surgir

- ¿Quién anda ahí? - pregunto Caspian asustado, confiaba lo justo en el enano y sus promesas

-Yo soy el hambre y también la sed- gruñó una figura encapuchada saliendo de las sombras

-Puedo ayunar cien años sin morir- dijo otra figura también encapuchada acercándose al príncipe, quien mantenía su mano sujetando la fría empuñadura de su espada

-Puedo dormir en el hielo cien noches sin congelarme- volvió a decir la primera criatura

-Puedo beber un río entero de sangre sin reventar- dijo la otra figura. Caspian volteó a ver a Nikabrick con miedo y el asintió como si le diera permiso de confiar, Caspian se acercó a las dos figuras

- Nos mostramos ahora a tus servicios- dijo la primera figura quitándosela capucha y dejando al descubierto un lobo desfigurado de sucio pelaje café y ojos que parecían haber sido desgarrados. El lobo hizo una respetuosa inclinación hacia Caspian

-Desde ahora odiamos lo que tú odias, nadie sabe odiar mejor que nosotros- dijo la otra criatura la cual ya se había quitado la capucha revelando a una horrible arpía, su cabeza era totalmente calva y arrugada, su piel dejaba notar miles de cicatrices y sus gigantes ojos amarillos miraban fijamente al príncipe

- ¿Entonces pueden garantizar la muerte de Miraz? - preguntó Caspian con curiosidad y más relajado. El ingenuo príncipe no podía percibir la maldad de brotaba de aquellas criaturas -Eso y más mi príncipe- dijo la arpía y Caspian volvió a ver al enano como si le pidiera su autorización a lo que él asintió con la cabeza por segunda vez

-De acuerdo- consintió el príncipe con la más noble de las intenciones

- ¡Hagamos el círculo! - exclamó el lobo y la arpía empezó a trazar un círculo alrededor de Caspian con su uña mientras recitaba un cántico en otro idioma, después el lobo apareció con una lanza de cristal en la mano, exclamó dos palabras y azotó la lanza en el piso. Al azote de la lanza se formó una pared considerablemente grande de hielo en la cual apareció aquella que siglos atrás había sembrado miedo a lo largo y ancho de una vieja Narnia. Jadis. La Bruja blanca.

Salí del cuarto pensando en lo que Ed me había propuesto hasta que llegué a la cocina donde se encontraba Pet, como si se estuviera escondiendo

-Oeste- me dijo en voz baja y con cierta lástima

- ¿Que? - le pregunté cortante, yo sabía que lo que había pasado no era su culpa, pero no iba a consentir su comportamiento egocentrista, me fastidiaba; no tenía que comportarse como un idiota solo por ser el rey

-Lo lamento, no debí decir nada, no era mi intención- me dijo apenado y poniendo esa cara que hacía que mi corazón se derritiera. Por más que intente ignorarlo, la ternura que me producía y el parecido que aún mantenía con Norte lograron vencerme

-No Pet, fue mi culpa, lo siento- le dije disculpándome y fui a abrazarlo, al fin y al cabo, él fue de los primeros en confiar en mí cuando llegaron a Narnia y había estado dispuesto a luchar una guerra que consideraba ajena. Le debía por ello.

-Entonces puedo ser tu madrino de bodas- me preguntó con una sonrisa

- ¿Y tú cómo...?- pregunté separándome de él

-Estaba buscando la cocina y accidentalmente escuché su conversación- dijo y yo solté una pequeña risa -Lo siento, pero ese puesto ya está apartado- le dije y tomé un manzana - ¿Caspian? - preguntó un poco serio -Si- le contesté con la boca llena

VOLVER/ La guardiana y el príncipe Caspian (LCN#2)Where stories live. Discover now