Tres meses después

Baesoo no quería admitirlo, pero no podía dejar de pensar en esa joven que conoció en el Taglyan Complex. Aún recordaba sus besos húmedos y cubiertos de pasión, sus senos pequeños pero abrazadores y su garganta sin fin.

Evidentemente, no había vuelto a verla desde que se despidieron en la entrada del Sheraton, pero su recuerdo de ella era tan vigente como el mismo instante que cerró la puerta. Había tenido un duro trabajo con unos modelos, y gracias a ello los suministros se habían acabado en su hogar. Resignado, no tuvo de otra que ir a comprar al supermercado.

 Aparcó su coche en el estacionamiento y entró por la puerta automática. Una vez allí, como era tan obsesivo con la puntualidad, había apuntado cada cosa que faltaba para no olvidar nada. Cuando acabó de comprar los alimentos y los productos de limpieza personal, se decidió por pasarse por la sección de tecnología, quizá por simple curiosidad.

En esa sección no había prácticamente nadie, lo que lo hizo arrepentirse de la idea. Justo en ese mismo lado, estaba la tienda de animales, donde llegó a distinguir una figura conocida. Una sensación de felicidad incontenible se apoderó de él. Era ella, definitivamente se trataba de aquella chica.

Era tan hermosa como cuando la conoció en el evento, incluso más diría él. Se murió de ternura de ver cómo iba vestida: un suéter rosado de tela Cachemira con cuello alto, una falda de cortes negra, medias en tono negro y unos zapatos con purpurina. Su cabello claro estaba semi recogido por un listón negro, dándole una apariencia mona e inocente.

Lorelai no advirtió su presencia, estaba demasiado absorta observando los pequeños peces que nadaban de un lado a otro. Baesoo se acercó a toda velocidad a ella, pero se detuvo antes de poder saludarle por algo que lo hizo sudar frío: el vientre de la chica había crecido.

«¿Ella está...?» Baesoo empezó a entrar en pánico, y más al recordar que se había corrido dentro de ella más de una vez. Ella dio media vuelta y se encontró con el coreano. Por la expresión de él, ya sabía lo que estaba pensando.

—Hola... ¿Bae? —ella inconscientemente se empezó a sonrojar. A decir verdad, esos tres meses sin verse habían sido tortuosos para ella, tanto así que comenzó a ingerir grandes cantidades de alcohol y golosinas para mitigar su soledad. Y ahora él se encontraba frente a ella, una vez más, tan hermoso como siempre.

—Lorelai, estoy muy feliz de verte —murmuró con dificultad el pelirrojo— ¿Cómo estás luego de tanto tiempo?

—Todo tranquilo, no hay nada fuera de lo normal —ella se dio cuenta de que él había bajado la vista hasta su vientre ensanchado, pero se reservó de comentarios. El rostro de Baesoo demostraba pánico e incredulidad, pero debía ser fuerte.

—¿Estás... embarazada? —el joven de pelo naranja se armó de valor. Ella estalló sonrojada.

—¡Coño, no! —le grito dándole un empujón que casi lo hace caer— ¿Cómo piensas que yo podría salir embarazada?

—T-tu vientre está más ensanchado desde la última vez que nos vimos —se acercó a su oído para que nadie oyera—. Y además, me corrí dentro de ti, ¿No recuerdas?

—¿Cómo olvidarlo? Pero si mal no recuerdas, yo te dije que me iba a cuidar —ella lo golpeó suavemente en el pecho, provocando la risa del asiático.

—¿Entonces, no tendremos un bebé? —ella negó— ¿Y cómo es que tu barriga...?

—Estoy empachada —dijo mirando hacia otro lado por la sensación de vergüenza—. Caí en un bajón anímico y solo me dedicaba a tomar vodka y a comer porquerías dulces. Tanto así, que me tuvieron que llevar al hospital.

Seducida por un Sex Symbol Where stories live. Discover now