Mazatlán

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Caminar por mi ciudad es adquirir una vivencia que se ha de acomodar en tu colección de experiencias que no querrás olvidar.

Los bohemios dirán que caminar por mi ciudad es sentir la brisa del mar, escuchar su música a media luz, ver a su gente pasear por el malecón y llorar frente a un sol que arde sobre el horizonte entre dos islas dando paso a la melancolía azur. Es bañarse en la tenue luz, blanca y mortecina, de la platinoche; es literatura expresada en todas las historias escritas a mano alzada en un trozo de papel.

Dirán también que es sentir la arena fría entre los dedos de los pies, confesarle al viento tus ganas de irte flotando con él y susurrarles a las olas un poema de amor. Dirán que es velar la noche hasta la llegada del alba y luego adormecerse abrasados por el calor.

          Los estudiosos de la cultura dirán que caminar por mi ciudad es contemplar historias de vida, analizar las experiencias de su gente, escuchar sus expresiones entonadas por una tuba, trompetas y un trombón

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Los estudiosos de la cultura dirán que caminar por mi ciudad es contemplar historias de vida, analizar las experiencias de su gente, escuchar sus expresiones entonadas por una tuba, trompetas y un trombón. Dictarán montones de teorías para explicarse los unos a los otros cómo o porqué se vive como se vive, olvidando, casi siempre, las extrañezas del corazón.

Dirán que es reproducir patrones tradicionales que los resentidos sociales tratan de destruir para dar sentido a sus vidas. Dirán que destruir la cultura es destruirse a sí mismos y, al mismo tiempo, se preguntan qué hay que hacer cuando es la propia cultura la que te está destruyendo.

Los poderosos dirán que caminar por mi ciudad es postrar a los pies de un montón de extranjeros todo lo que es y lo que fue, que eso es el desarrollo (aunque no tengan ni idea de lo que eso signifique). Así son ellos. Algunos son tan ingenuos que de verdad creen que están haciendo el bien y esos son los que más risa me dan.

Dirán que es aprovechar las adversidades como oportunidades de consolidación y de crecimiento. Me dan ganas de vomitar cuando dicen que caminar por mi ciudad es mirar al progreso mientras miran con desdén a los tres adolescentes muertos.

          Por eso es que los marihuanos de la esquina dirán que caminar por mi ciudad es vivir el día a día, que nadie tiene tiempo de aprender álgebra y las reglas de los diptongos

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Por eso es que los marihuanos de la esquina dirán que caminar por mi ciudad es vivir el día a día, que nadie tiene tiempo de aprender álgebra y las reglas de los diptongos. Caminar por mi ciudad es, pues, pisar la tierra de las calles empedradas de la más baja y sensible realidad.

Dirán que es saludar a los colegas, persignarse al cruzar la calle frente a la catedral, ver a las muchachas y defender el honor de su mamá. Caminar por mi ciudad, dirán los marihuanos de la esquina, es dar gracias a dios, poder abrir una cerveza con el borde de la acera y que el pobre desafortunado que esta noche van asaltar no intente defenderse.

Caminar por mi ciudad, dirán las putas, es soportar todas esas miradas de lástima y desaprobación. Algunos, los menos, se tragan su lástima para que ellas se traguen su semen. Dirán que es arrastrar las sábanas de cama en cama y la nariz de línea en línea. Podrán decir también que es mirar al cielo pidiendo una prórroga al arrendador, que es andar con las piernas descubiertas y los dedos muertos contra el pavimento.

Toda esa gente triste que acude a restaurantes y centros comerciales, dirán que caminar por mi ciudad es darte cuenta que no es perfecto, pero que hay lugares peores para caminar

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Toda esa gente triste que acude a restaurantes y centros comerciales, dirán que caminar por mi ciudad es darte cuenta que no es perfecto, pero que hay lugares peores para caminar. Se consuelan con la esperanza de que ahí y allá mueren miserablemente. Al menos aquí, dicen, hasta un pobre se siente millonario. Luego se ríen para ocultar su inmundicia.

Caminar por mi ciudad, dirán, es echarle ganas, aunque nunca te digan echarle ganas a qué. Creo que se refieren a las ganas de vivir. ¿A qué otras cosas se pueden referir? Te pregunto.

¿Para mí? Bueno, para mí, caminar por mi ciudad es la eterna búsqueda de algo que no sé qué estoy buscando. Eternamente expectante, infinitamente insatisfecho. Caminar por mi ciudad se vuelve una actividad intransigente, mas no por necedad sino por necesidad. ¿Qué otra cosa hay para mi sino caminar?

Te diría que es recordar y ahogarme en mil memorias, pero la verdad es que éstas me aprisionan, aunque esté sentado, aquí o en otro lado

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Te diría que es recordar y ahogarme en mil memorias, pero la verdad es que éstas me aprisionan, aunque esté sentado, aquí o en otro lado. Entonces, caminar por mi ciudad es ir acompañado por el pasado, de la mano, y viendo a través del espejo que lleva colgado el reflejo de lo que me espera. Sólo así es que puedo continuar. Los más optimistas dirán que es mejor ver hacia adelante y, así, en vez de ver en el pasado un reflejo invertido, podría apreciar directamente el porvenir. ¡Insensatos! Si me volteo al frente, ¿cómo voy a ver lo que está atrás? Si se me acaba el malecón, ¿cómo voy a regresar?

Pero, ¿qué me dices tú? ¿Qué es para ti caminar por Mazatlán?

IntimidadesWhere stories live. Discover now