A la deriva

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Jorge jamás fue un hombre de honor, no hizo la excepción cuando vio que el barco se iba a hundir. Con la ayuda de otros dos rufianes logró robar varias botellas de alcohol, un revolver y 12 balas de dicha arma. El le había prometido a sus dos ayudantes que los esperaria en el bote salvavidas robado y huirían los tres hacia alguna costa Argentina. Pero Jorge tenía otros planes, cuando cargaron todo, Jorge se adueñó del arma y la usó para amenazar a sus compañeros, los hizo bajar el bote con el mismo cono único tripulante y se alejó solo del lugar.
Pasó lo que le pasa a todos aquellos que no aprenden de la historia, a todos aquellos ignorantes que se creen superiores sobre sus ancestros y se engañan pensando que no cometeran los mismos errores. La negligencia desbordaba de aquel buque mercante. El primer oficial y el capitán no podían desempeñar sus funciones de forma mas desastrosa, el buque volvía a Argentina desde Inglaterra y tenia que llegar a Tierra del Fuego. Pero no solo salió con semanas de atraso, sino que en entre las prisas y la mencionada negligencia del primer oficial se pasaron y casi llegan a la Antartica pasando por un supuesto atajo. Inevitablente chocaron con un iceberg que rompió el casco y el barco empezó a hundirse y para colmo, el barco no cumplia con la cantidad de botes salvavidas que había que llevar a bordo.
Jorge se encontró a la deriva en un ambiente que no conocía, la única razón por la que lo contrataron fue porque su esposa era familiar de nuestro infame primer oficial. El no tenía idea de por dónde iba, pero estaba seguro que la marea lo arrastraría a tierra firme, no podía confiar en que lo rescataran ya que no llevaba bengalas, no había pensado en que las necesitaría por lo tanto no las rescató del barco. Tenía buen abrigo por lo que el frío no sería un problema. Tenía comida para alimentar a 8 hombres de 90kg durante 1 mes, así que por el momento no pasaría hambre. Lo único que podía hacer era esperar, se sentía un genio en esos momentos.
Cuando ya habían pasado dos semanas (o quizá antes) ya no le había parecido tan buena idea, comía sin dar mucho cuidado de cuánto tenía, le parecia excesiva la cantidad que tenía para el tiempo que creía podía estar perdido. Además estaba dando todo de si para guardarse el alcohol para un buen momento, eso sí lo cuidaba bien. Su única diversion eran las olas y su unica compañía era su voz, la de un traidor y en cierto modo un asesino, aunque a saber que pobre alma salvó al tomar aquél puesto en el buque. Sus pensamientos no iban mas alla de pensar en como le harían una película, sería una estrella, saldría en televisión y podría dejar a esa "vieja gorda histérica", en sus palabras, que le obligó a ir a trabajar a aquel buque en primer lugar. Sus pensamientos no iban mas allá de las banalidades que le conseguirían su supervivencia.
Jorge parecía tener una voluntad de acero, aunque lo único que lo mantenía en pie era la avaricia, soñar con la fama. Ya habían pasado cuatro meses y había consumido la mitad de sus provisiones y una botella de alcohol un día que le ganó la tentación. Le picaba su descuidada barba y se quejaba consigo mismo sobre este pequeño problema. Aunque sus sueños de gloria lo mantuviesen en pie, no podía evitar sentirse desesperanzado por momentos, 4 meses no eran pocos para estar tan solo y al borde de la muerte. De pronto, Jorge levantó la vista y vió un barco no muy lejos, durante las próximas 2 horas el estaria gritando y moviendo los brazos, todo su temple que venía teniendo desapareció, estaba desesperado, no quería morir, no en el medio del mar, no entre medio de peces y sus vomitos, pero de nada sirvió, igual que las otras quince veces, el barco no lo vio. Las bengalas hubiesen sido útiles una vez mas.
Nueve meses pasaron, innumerables barcos también, su perseverancia no daba para más, estaba por volverse loco, no toleraría otro día más, cuando de pronto... tierra firme en la lejanía. La estaba viendo, no era una ilusión, intentó remar con sus brazos todo lo que pudo, estaba desesperado, ansiaba más pisar tierra que sobrevivir en si. Llegó y se revolcó en la arena, destapó el alcohol y empezó a beber, también desembarcó toda su comida y empezó a darse un atracón. Estaba casi borracho cuando pensó que en si se desmayaba podia comerlo un animal, entonces puso en una bolsa comida y agua y emprendio hacia el interior de la isla, habra caminado 1 hora y entonces... jamas se habia sentido tan abandonado por Dios, en ese momento podria haberse arrancado el pelo con las manos, sentía el odio corroerle el alma, el odio contra Dios y la vida que lo castigaban por razones que el decía desconocer, se tiró al piso y empezó a llorar y gritar como un niño caprichoso. Lo unico que encontró fue más agua, no habia encontrado el continen, sino una pequeña isla en mitad de la nada, al anochecer llego al barco y partio de nuevo, con comida suficiente para dos días.
Ya no sabía qué hacer, hasta que vió el arma que tomó de sus viejos compañeros, se levantó, puso el arma en su boca y miró la luna, "Que hermosa es" pensó justo antes de presionar el gatillo.

Su cuerpo terminó en la costa Argentina, fue encontrado por una pareja que recorría la zona

A la derivaWhere stories live. Discover now